Trama y Fondo
VI Congreso Internacional de Analisis Textual

 

Conflicto ecológico y narración audiovisual. Lo que no se sostiene

     

Víctor Lope Salvador
Universidad Complutense de Madrid

 

La premisa básica de la actual cosmovisión es la de que la actividad humana en su conjunto es dañina para la conservación de la biosfera porque los recursos naturales son limitados. La conclusión derivada de tal planteamiento es que se deben limitar e incluso eliminar determinadas actividades y se deben modificar o castigar determinados comportamientos individuales. Así, no paran de aumentar por doquier normativas y leyes cada vez más estrictas que van configurando cuál debe ser la relación entre el hombre y la Tierra. En esencia, podemos inferir que esa relación se va escorando hacia la contemplación e incluso hacia la adoración. Es decir, mirar pero no tocar, no horadar, no extraer, no cazar pues, en el límite, todo tiene interés ecológico y su conservación es un valor al que todo lo demás debe ser supeditado.

Que este es el clima mental actual lo atestigua la extraña sensación que nos produce contemplar alguna película clásica que hoy ningún productor se atrevería a hacer. Pongamos por caso Thunder bay (1953) (Bahía de los truenos) de Anthony Mann que en español se distribuyó como Bahía negra y en francés como Le Port des passions (El puerto de las pasiones)

 
 
 

Un pequeño pueblo de pescadores llamado Puerto felicidad, en algún lugar de la costa de Louisiana, es el sitio elegido para poner en marcha una plataforma petrolífera marina. Los dos aventureros que promueven el proyecto pronto empiezan a ser odiados por los pescadores, pues, por un lado, estos temen que la explotación petrolífera acabe con el raquítico negocio de la pesca y, por otro lado, las dos bellas hijas de un pescador se enamoran de los recién llegados. Los pescadores quieren destruir la plataforma que se construye a marchas forzadas. A pesar de las dificultades de todo tipo, los hombres del petróleo consiguen que éste aflore y, a la vez, descubren casualmente un nuevo procedimiento para pescar una variedad de langostinos muy preciada. Los dos aventureros se casan con las hijas del pescador.

Lo que da sentido a la tarea de los hombres del petróleo es la necesidad que tiene Estados Unidos de contar con una abundante fuente de energía para su desarrollo económico una vez terminada la II Guerra Mundial. Esa energía debía ser extraída de las entrañas de la tierra desde una plataforma sobre el agua. A las dificultades técnicas del empeño, se añade la resistencia de los lugareños a romper su falso idilio con la bahía, a romper la supuesta armonía de una población encerrada en su renuncia a explorar nuevos horizontes. Una población resignada a recibir lo poco que el mar, la Madre Tierra, les da.

Por tanto, dos visiones de la naturaleza se ponen en juego. Una concibe la tierra como el medio en el que el hombre debe intervenir para su razonable aprovechamiento en aras del avance de la civilización y otra la concibe como algo sagrado que el hombre no debe perturbar. En el primer caso la ciencia y la tecnología intentan trazar caminos frente a lo real, en el segundo caso, lo real azaroso se impone a lo humano sin otro horizonte que el de cierta esperanza en la repetición de ciclos.

Hacemos mención de esta película porque en ella aparece de forma explícita ese conflicto entre esas dos visiones, y debemos añadir que, en general, todo el cine clásico se alinea con la primera de esas visiones.

Hacia el minuto 60, uno de los lugareños intenta hacer saltar por los aires la plataforma petrolífera, mediante la colocación de explosivos.

 
 

   
 

El hombre del petróleo, que pasa la noche en la plataforma para comprobar cómo ésta resiste una feroz tempestad, descubre la preparación del atentado.

 

 

Tras encarnizada lucha, consigue desactivar la bomba a tiempo. La pulsión destructiva ha sido contenida, al menos en esta película.

 

  El registro fotográfico de nuestro planeta  
 

 

 

Consideramos que ciertas fotografías de la Tierra han contribuido decisivamente al establecimiento de la mencionada cosmovisión. Por ello haremos un breve repaso por la pequeña, pero importante, historia de las imágenes tomadas desde el espacio exterior.(1)

 
 

24 de octubre de 1946. Es la primera foto de la Tierra realizada desde el espacio a poco más de cien kilómetros de altura. Se hizo con una cámara de 35 milímetros, con película en blanco y negro, montada en un misil militar lanzado en Nuevo México.

 
 

1 de abril de 1960. Es la primera imagen televisiva de la Tierra trasmitida por un satélite, el Tiros 1, puesto en órbita para proporcionar información meteorológica.

 
     

24 de diciembre de 1968. Foto realizada desde el  Apollo 8, a 563 Km. de la superficie de la luna y a 386.000 Km. de la Tierra.

 
     

7 de diciembre de 1972. Foto realizada por los astronautas del Apollo 17 a una distancia de 29.000 Km.  con el sol detrás de la nave espacial, razón por la cual toda la superficie visible de la Tierra está iluminada.  Está considerada como la primera imagen suficientemente clara de nuestro planeta tomada desde el espacio. Se observan las masas nubosas flotando sobre el polo sur, África, la Península Arábiga, parte del mar Mediterráneo, parte de Asia y los océanos  Atlántico e Índico. Esta imagen se ha venido llamando “canica azul” y la NASA considera que  es la más difundida de la historia. Más recientemente, nuevas versiones en alta resolución realizadas desde satélites, se han incorporado a la colección.

Año 2000.

 
     
Año 2002.  
     
 

La masiva difusión de la foto de “la canica azul” de 1972 contribuyó decisivamente a fomentar el activismo ambiental de la década de los 70. La imagen habla de vulnerabilidad, fragilidad, soledad de un planeta en algún rincón de un inmenso espacio oscuro.

Ya desde los años 50 la fotografía se venía utilizando por parte de grupos ambientalistas norteamericanos para sus campañas de concienciación. Pero a partir de la contemplación de la foto de 1972 el interés por la protección medioambiental cobra nuevas dimensiones. Es sólo una imagen, pero una imagen capaz de movilizar las emociones de todo el mundo. Ya se sabía hace tiempo que la Tierra es más o menos redonda, que los mares son azules, que las nubes son blancas, pero la visualización del planeta en esa fotografía provocaba servía eficazmente para abundar en la sensación de fragilidad y en la de soledad. Emerge el temor, incluso el pánico, al pensar en cierta desprotección frente a la inmensidad inabarcable de un universo del que aún sabemos bastante poco. Por otro lado, la foto muestra una rara armonía debido a las formas curvas de las masas de nubes blancas y evanescentes. Esa evanescencia presenta formas suaves sobre grandes zonas intensamente azules que evocan cierta placidez. La imagen pacífica y tranquila de la Tierra hace olvidar el fragor de una tormenta, las resquebrajaduras de un terremoto, o los incontables episodios violentos de todo tipo que suceden en el mismo instante en el que se realiza la foto. Es la distancia la que nos hace percibir una armonía global que oculta lo real. Nos hace imaginar y, sobre todo, desear que todo sea tan plácido y armonioso como la imagen de esa esfera. Así, la humanidad dispone desde 1972 de una bella imagen de la Madre Tierra, lo que refuerza la idea de que es la Madre por excelencia, principio y final de toda existencia.

 
 
  De la “canica azul” al triángulo equilátero  
 

 

 
 

Otro hito importante en esta reciente historia que tiene al Planeta Tierra como protagonista absoluto tuvo lugar en 1987, cuando Gro Harlem Brundtland -dirigente del Partido Laborista Noruego que en ese momento era primera ministra- presidió una comisión de la ONU que dio a luz el documento llamado Nuestro futuro común, también conocido como Informe Brundtland. (2)

Se trata de un documento de 374 páginas en el que abundan los sustantivos relacionados con las ideas de armonía y de equilibrio pero donde escasea la palabra democracia. Es ahí donde, por primera vez, se emplea la expresión desarrollo sostenible, concepto que se define así: el proceso que satisface las necesidades presentes, sin amenazar la capacidad de las generaciones futuras de abastecer sus propias necesidades. En el documento se llega a hablar de inhabilidad humana en relación con el funcionamiento del planeta. Leamos la argumentación:

 
 

 

 
 

A mediados del siglo XX vimos nuestro planeta desde el espacio por primera vez. Los historiadores podrán eventualmente encontrar que esa visión tuvo un enorme impacto sobre el pensamiento desde la revolución Copernicana en el siglo XVI el cual alteró la autoimagen de la humanidad revelando que la tierra no es el centro del universo. Desde el espacio vemos una pequeña y frágil pelota dominada no por la actividad humana y edificios sino por un patrón de nubes, océanos, áreas verdes y suelos. La inhabilidad humana para ajustar sus actividades en esos patrones está cambiando el sistema planetario en forma sustancial. Muchos de esos cambios están acompañados por riesgos y amenazas a la vida. Esta nueva realidad, de la cual no hay escape, debe ser reconocida y administrada.(3)

 
     
 

De forma significativa se apela al impacto producido en la humanidad al ver la imagen de la “canica azul”. Se habla de un patrón de nubes, océanos, áreas verdes y suelos y se habla de que el hombre mantiene un comportamiento que no se ajusta a ese patrón. Es decir, habría un orden en el planeta que se deduce a partir de la contemplación de una foto, de una imagen, tomada a 29.000 kilómetros de distancia. Y se asegura que la inhabilidad humana […] está cambiando el sistema planetario en forma sustancial. Finalmente se concluye que de esta nueva realidad […] no hay escape y que, por tanto, esta nueva realidad debe ser reconocida y administrada.

Un ejemplo de las intenciones restrictivas respecto de las libertades individuales se puede localizar en el folio 32. Ahí se habla de reorientar el desarrollo de las ciudades, abogando por los pequeños núcleos de población.

 
     
 

73. Los gobiernos tendrán que desarrollar estrategias explícitas de asentamientos para orientar el proceso de urbanización, rebajando la presión de los grandes centros urbanos y fomentando la construcción de pequeños pueblos y ciudades, más integrados con sus zonas rurales de influencia. Esto significa examinar y cambiar ciertas políticas - impuestos, precios de los alimentos, transporte, salud, industrialización - que trabajen en pro de los objetivos estratégicos del asentamiento de la población.(4)

 
     
 

Esta idea no dista demasiado de lo que el nazismo planteaba acerca del asentamiento de la población. El influyente ideólogo nazi, Alfred Rosenberg, publicó en 1928 un libro, El mito del siglo XX. Una valoración de las luchas anímico-espirituales de las formas en nuestro tiempo. Allí, entre innumerables loas al Führer y al proyecto nacional socialista, decía lo siguiente:

 
     
 

Estos razonamientos tienen como premisa, no obstante, la superación de un dogma que hoy es adorado por todos como un becerro de oro: el dogma de la irrefrenada libertad de residencia. Hoy se ve este afluir, asesino del pueblo, desde el campo y la provincia hacia las grandes urbes. Estas se hipertrofian, enervan la nacionalidad, destruyen los hilos que unen al ser humano con la naturaleza, atraen a aventureros y ávidos negociantes de todos los colores, fomentan de esta manera el caos racial. […] Pero también esta doctrina supuestamente inconmovible es sólo un problema de la voluntad, la privación por principio del “derecho” a la libertad de residencia constituye una pre-condición para toda nuestra vida futura, y por lo tanto, debe ser impuesta aun cuando tal orden terminante sea sentida por de pronto por millones como un grave “perjuicio a la personalidad”.(5)

 
     
 

Llama la atención que en ambos textos se propone cercenar la libertad de asentamiento con excusas en principio diferentes pero con objetivos idénticos, pues en ambos casos se piensa que es el estado el que debe regular y decidir dónde debe vivir la gente y en qué cantidades.

A partir de estos supuestos se ha venido desarrollando en las últimas dos décadas todo un discurso desde muy variadas instancias que ha venido a situar en el centro de cualquier posible relato un conflicto de extrañas características: el conflicto ecológico.

En principio podemos definir ese conflicto así: el hombre está haciendo daño a la Tierra, ésta es nuestro único sustento, por tanto los comportamientos de los hombres antiecológicos son un peligro letal para la supervivencia de la propia especie.

La propuesta de resolución del conflicto es la sostenibilidad. Ésta sería una situación deseable que se alcanzaría mediante la armonización de las actividades en tres esferas: la ecológica, la social y la económica.

 
 

 

 
   
     
 

En los esquemas que se emplean para explicar este concepto aparece un triángulo en cuyo centro se hallaría la virtud del equilibrio y de la sostenibilidad. (6) Se trata, de nuevo, de una imagen, la del triángulo equilátero que traduce esa otra imagen de la redondez de la “canica azul”.

La propuesta es escasamente científica pero ideológicamente seductora. Utilizamos el concepto de ideología definido por Luis Martín Arias en la introducción de En los orígenes del cine. Un efecto característico de la ideología es que

 
     
 

el yo consciente evite, precisamente, la enojosa tarea de pensar (y sentir) libremente, sin condicionantes, facilitando, a partir de esa conciencia  falsa que el propio encuadre ideológico suministra, unos sucedáneos de “pensamiento”, de “razonamiento” o de “experiencia”, ya elaborados y que por tanto, aunque aparentemente explicativos, son falsos. No obstante, sobreviven muy bien, y con llamativa terquedad, debido a que, para su legitimación, no precisan en absoluto el contraste objetivo con la realidad social ni, tampoco, lo cual es todavía más importante, con la propia experiencia subjetiva. (7)

 
     
 

Las ciencias reconocen sus limitaciones para poder alcanzar un conocimiento absoluto acerca del complejo conjunto de procesos que interactúan en cualesquiera de los tres ámbitos considerados aisladamente: lo social, lo económico y lo ecológico. Tanto mayor es la dificultad para establecer a ciencia cierta cuál sería el punto de equilibrio.

Para tratar de establecer esa ansiada armonía global se propone la intervención en determinados asuntos según los siguientes indicadores: (8)

 
     
 

Llama la atención que en el ámbito de lo social no se contemple ni la democracia ni la libertad. La equidad hace referencia a un vago igualitarismo que nunca ha sido garantía de libertad ni de democracia, sino más bien de todo lo contrario.

Se deduce de todo ello que estamos ante una propuesta política de intervención en todas las áreas de la actividad humana con el fin de estabilizar los datos indicadores acerca del estado de la atmósfera o la biodiversidad. Por tanto, del cuidado razonable de los entornos ecológicos concretos se pretende pasar a una planificación global de la vida humana. Planificación que requiere de un entramado institucional que pretende esquivar el control democrático.

La ilusión a la que se dice aspirar es la de una relación idílica entre el hombre y el planeta. La operación ideológica trata de eludir lo real pero eso no parece obstáculo para convertirse en el paraguas bajo el que se cobijan ciertos estudios de dudoso rigor científico con la intención de afianzar el alarmismo climatológico, por ejemplo.

 
     
  Contaminación ideológica del relato  
     
 

Las implicaciones de la ideología de la sostenibilidad en el ámbito del relato son importantes. En primer lugar, la humanidad, en especial la perteneciente a las sociedades más avanzadas, es culpable de los sufrimientos de la Madre Tierra. Es tanto como decir que nuestra civilización carece de sentido. Y aquello que puede otorgar sentido a la existencia humana es la búsqueda de una forma de convivencia armónica con la Tierra.

Por otro lado, la emergencia de lo real es inevitable y forma parte de la experiencia de los hombres. La armonía no es más que una fugaz ilusión. Esa ilusión es poderosa y actúa como contrapunto radical frente a la amenaza de destrucción, destrucción con la cual reaparecería lo real, eso que se pretende soslayar. La Madre Tierra se vengaría de la humanidad haciendo desaparecer la vida. De hecho, a veces, se deslizan delirantes interpretaciones acerca del verdadero origen de un tsunami por ejemplo. Lo real se nombra como aquello que hay que evitar y pasa a ser el centro del espectáculo narrativo contemporáneo, de modo que infunda temor y, a la vez, culpa. Así el hombre tiene un conflicto consigo mismo de dimensiones colosales. Una forma de acabar con el conflicto es el suicidio, otra la destrucción de los individuos tanto actuales como en potencia.

La lucha entre el Bien y el Mal se reformula de modo que el Bien está en alcanzar la armonía con -y la protección de- la Madre Tierra. El Mal será todo aquello que perturbe el ilusorio equilibrio cósmico. Parece olvidarse así que el planeta, como parte del sistema solar, sufrirá las modificaciones derivadas de la evolución de ese sistema, a su vez incluido en una galaxia. También se olvida que la humanidad nada puede hacer frente al devenir del cosmos salvo intentar conocerlo.

Esta pujante ideología de la sostenibilidad tiene otros efectos en el relato contemporáneo como es el de que ya no está bien visto horadar la tierra, cazar, modificar el paisaje, construir. La lucha del hombre contra la adversa naturaleza ya no forma parte del trayecto heroico a no ser que se trate del combate con alguna criatura hipertrofiada y monstruosa, que a su vez ha sido el efecto de un negligente comportamiento ecológico.

Con todo, lo más notable es que esa idea de sostenibilidad ignora una cuestión importante cual es la de que la propia civilización occidental no tiene garantizada en absoluto su supervivencia, su sostenibilidad, pues ya casi no hay héroes capaces de sostener mediante sus actos el entramado simbólico que dé sentido y dimensión ética al trayecto narrativo. Si aparece algún héroe es contemplado con recelo, con extrañeza, incluso con cierta incomodidad.

Por otro lado, la mera reproducción biológica dentro de las sociedades avanzadas tampoco está garantizada, como demuestran los bajos índices de natalidad. Nuestra civilización, hasta la fecha, ha hecho posible considerables avances en justicia, libertad, bienestar, dignidad y también en el desarrollo científico y tecnológico que ha permitido el cuidado ecológico del territorio. Nada garantiza hoy la sostenibilidad de todo ello.

Jesús González Requena en la introducción de Clásico, manierista, postclásico. Los modos de representación en el cine de Hollywood habla precisamente del precario porvenir de nuestra civilización.

 
     
 

Pues todo parece indicar que el marasmo posmoderno se ha convertido ya en una crisis radical de nuestra civilización, como se manifiesta en un hecho de gravedad tan extrema que -quizás por esa misma gravedad -resulta invisible para nuestros contemporáneos. Nos referimos a la brutal caída de los índices de natalidad en Occidente –progresivamente disfrazados, para una sociedad que prefiere no verlos, por ese otro gran proceso histórico que constituye la emigración masiva desde la periferia. No resulta difícil establecer la relación entre el proceso masivo de desmitologización de nuestra civilización y el, evidentemente simultáneo, cese de la procreación. Pues a fin de cuentas, como la mitología nos enseña, el corpus central de toda producción mitológica es el constituido por los relatos sobre los orígenes: tanto sobre los orígenes de la cultura como de los individuos que participan en ella. (9)

 
     
 

En este contexto, en el que la civilización ha ido renunciando a sostenerse a sí misma mediante la deconstrucción de sus fundamentos mitológicos no queriendo saber de las consecuencias -por otro lado ya evidentes- de ello, donde la emergencia de la ideología de la sostenibilidad viene a sumarse como un fenómeno más de esa crisis civilizatoria. Curiosamente, esta ideología que augura cierta catástrofe global no quiere, sin embargo, dar cuenta de que la misma civilización que ha hecho posible el cuidado medioambiental es la que ya no se sostiene.

Se detecta, por otro lado, que el derrumbe civilizatorio constituye un deseo compartido por audiencias cada vez más amplias. Bien ilustrativo de ese deseo resulta ser un vídeo publicitario de la empresa Acciona (10) de finales de 2009 en el que una figura humana estalla y se derrumba. Derrumbe, por cierto, similar al que sufrieron las torres de Nueva York en 2001. Aquello, el estallido, la explosión que en el relato clásico de Bahía Negra era evitada a tiempo por un héroe, es ahora el núcleo espectacular que protagoniza el vídeo.

El vídeo forma parte de una campaña de una importante empresa dedicada a las infraestructuras. La campaña comenzó con la colocación de carteles en los espacios publicitarios de las ciudades donde se leía el prefijo “Re” como anticipo de un mensaje de renovación. Y esa renovación pasa por la destrucción total de una figura humana.

 
     
     
           
     
           
     
           
     
 

 

 
     
  CRÓNICA DE UN MUNDO ENFERMO  
     
 

Tras la total destrucción, el personaje del anuncio reaparece incólume. Ni siquiera restos de polvo manchan su figura. Por el contrario, en Nueva York, toneladas de polvo habían vuelto todo de color gris, y, sobre todo, muchas vidas se habían perdido en las explosiones y los derrumbes.

Este texto publicitario exhibe pues una sofisticada espectacularización de la violencia más destructiva a la vez que niega lo real de lo que esa violencia implica. Así, este spot constituye una operación netamente ideológica.

 
     
   
     
  NOTAS  
         
 

(1) -NASA, Blue Marble, http://www.nasa.gov/vision/earth/features/blue_marble.html Página bastante visitada, dedicada a las imágenes de “la canica azul”. En ella se muestran también imágenes obtenidas desde satélites con sofisticados procedimientos de alta resolución. Web visitada el 11/10/2010.

(2) -UN, Official Documents System of the United Nations, http://daccess-dds- ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N87/184/67/IMG/N8718467.pdf?OpenElement .Web visitada 05/03/2010.

(3) -El Emilio, http://www.revistaelemilio.com.ar/?tag=informe-brundtland .Web visitada el 05/03/2010.

(4) -UN, Official Documents System of the United Nations, http://daccess-dds- ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N87/184/67/IMG/N8718467.pdf?OpenElement .Web visitada 05/03/2010.

(5)-ROSENBERG, A. (1928) El mito del siglo XX. Una valoración de las luchas anímico-espirituales de las formas en nuestro tiempo. Ediciones Wotan. Versión informática, Argentina, 2002. P. 194.

(6) -Universidad de Murcia, Informes, http://www.um.es/gtiweb/adrico/medioambiente/tresdimensiones.htm Web visitada el 07/03/2010.

(7) -MARTÍN, L. (2009) En los orígenes del cine. Ediciones Castilla. Valladolid.P.22.

(8) -Temas analizados por los indicadores de desarrollo sostenible (Fuente: Indicators of Sustainable Development: Framework and Methodologies, 2001). Citado en Universidad de Murcia, Informes, http://www.um.es/gtiweb/adrico/medioambiente/tresdimensiones.htm Web visitada el 07/03/2010.

(9) - GONZÁLEZ REQUENA, J. (2006) Clásico, manierista, postclásico. Los modos de representación en el cine de Hollywood. Ediciones Castilla, Valladolid. P. 2.

(10)- Youtube, Acciona (official site), http://www.youtube.com/user/interacciona1#p/search/0/jzsfQSm92zM Web visitada el 11/10/2010.

 
     
  Anexos:  
     
 

-Vídeo. Fragmento de Bahía Negra: “evitar la explosión”.

-Vídeo. Spot campaña Re de Acciona.

 
 

 

 
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