Trama y Fondo
VI Congreso Internacional de Analisis Textual

 

DE LOS GUIJARROS BLANCOS EN EL CAMINO O DE LA NECESARIA CONSISTENCIA DEL RELATO.

(Análisis del relato a través de la película Festen (1998) de Thomas Vinterberg.)

     
 

María del Pilar San Pablo Moreno
Universidad de Valladolid, Campus de Segovia

 
 

 

       
 

RESUMEN
Dado que somos capaces de representación, no podemos evitar atribuir un sentido a los acontecimientos que marcan nuestra historia y construyen nuestra identidad. Cuando un trauma nos golpea, a veces, quedamos a la deriva, perdidos y sin rumbo; necesitados de reconstruir la historia que nos configure y nos devuelva el sentido. El relato nos sirve entonces como experiencia terapéutica, como posibilidad de sanación y sutura de la herida. Más allá de la experiencia mágica, más allá de la experiencia estética, encontramos en esta investigación que, el cine puede ser escenario de la representación del drama del hombre moderno, quien inmerso en su angustia existencial, necesita desesperadamente de la reconstrucción de dichos relatos.
Los héroes modernos, como los de antaño, son aquellos que reúnen el valor suficiente para buscar y rescatar los hitos, suficientemente consistentes, que otorguen el peso necesario a la existencia, para recuperar el entusiasmo y las ganas de vivir; suturar la herida y seguir evolucionando.
Los retratos de distintas perspectivas psicológicas en la  película Festen (1998) de Thomas Vinterberg, inscrita en el movimiento Dogma, y el cuento de Pulgarcito como metáfora sanadora, sirven de base a este trabajo. 

PALABRAS CLAVE: Representación- trauma- traición primordial- búsqueda de sentido-cine dogma-cuentos de hadas-consistencia del relato- reparación del daño.

ABSTRACT
Since we are capable of representation, we can not avoid to attribute a meaning to the events that mark our history and build our identity. When trauma strikes, at times, we are adrift, lost and without direction, needed to reconstruct the story that sets us and return the respect to ourselves. The story then serves as a therapeutic experience, as the possibility of healing and suture the wound. Beyond the magical experience, beyond the aesthetic experience, this research found that cinema can be the scene of the representation of the drama of modern man, who immersed in existential anguish, desperately needs the reconstruction of those stories.
The modern heroes, like those of yesteryear, are those who gather the courage to find and rescue the landmark, sufficiently consistent to give the necessary importance to the existence, to regain the enthusiasm and desire to live, to suture the wound and continue evolve.
The portraits of various psychological perspectives in the film Festen (1998) by Thomas Vinterberg, registered in the Dogma movement, and the story of Tom Thumb as a metaphor for healing, are the basis for this work.

KEY WORDS: Representation-betrayal-trauma primarily -search for meaning-dogma movie-fairy tales-consistency of the story-compensation.

 OBJETIVOS
Esta  comunicación es una propuesta para rastrear las huellas cuando se ha perdido el rumbo. Trataremos de identificar en el relato un vehículo que nos permite restablecer un orden perdido, un medio de recuperar el camino que nos permite volver a la casa paterna.

La película Festen (Thomas Vinterberg, 1998) y el cuento de Pulgarcito de Charles Perrault nos han de servir a este propósito, porque nos muestran dos ejemplos de representación de las fuerzas que han de ser puestas en acción para superar una traición primordial: la de los padres hacia los hijos.

 
     
  INTRODUCCIÓN  
     
 

Hay un cuento infantil, atribuido a Charles Perrault que nos puede ayudar a centrar nuestro discurso: Pulgarcito. Es bien conocida la historia, pero no está de más traerla al recuerdo de manera sinóptica.

 
     
 

En una casa en medio del bosque, vive una familia de leñadores con siete hijos. Los padres, muy preocupados por no tener con qué alimentar a los pequeños, toman una noche la decisión de abandonar a sus hijos al día siguiente. El más pequeño de los hijos está despierto y escucha el propósito de sus padres. Sin que nadie le vea, sale a la orilla del río a recoger guijarros blancos con los que llena sus bolsillos. A la mañana siguiente, cuando su padre se interna con él y sus hermanos en el bosque con la excusa de ir a buscar leña, Pulgarcito va dejando piedrecitas blancas en la vereda para poder recordar el camino de vuelta a casa. En un momento dado, los hermanos descubren que el padre ya no está y comienzan los llantos y los lamentos, presas del pánico. Sin embargo, Pulgarcito les dice a sus hermanos que confíen en él y los lleva de regreso a casa recorriendo el camino de vuelta, gracias a los guijarros blancos.

En la casa son recibidos con alegría por los padres, quienes acababan de resolver sus problemas económicos de súbito. Durante el tiempo que dura el dinero, los niños siguen viviendo felices, hasta que una noche, de nuevo Pulgarcito escucha a sus progenitores en una conversación parecida a la anterior: la pobreza se cierne una vez más sobre ellos, y deben abandonar a sus hijos en el bosque a su suerte. Pulgarcito intenta salir de la casa, mas encuentra la puerta cerrada. Al día siguiente repite su estrategia con migas del currusco de pan que les ha dado su madre. Sin embargo, en el momento de retomar el rastro, una vez que el padre los deja solos,  descubre que los pájaros se han comido las migas. Comienza para los siete hermanos una aventura que les llevará al castillo del ogro. Finalmente la astucia de Pulgarcito ayudará a la salvación no sólo de su propia vida y la de sus hermanos sino la de toda la familia.

 
     
 

Este inicio del cuento nos ha servido de inspiración para abordar el estudio de otro relato más complejo, el de la primera película Dogma: La Celebración (Festen) de Thomas Vinterberg de 1998.

En Festen, título original en danés de la película que nos proponemos analizar, la familia se dispone a celebrar el sesenta aniversario del padre. En una gran mansión en medio de la naturaleza, muchos parientes y amigos llegan para participar del homenaje. Los tres hijos vivos retornan a la casa familiar desde diversos lugares para compartir una fiesta. Sin embargo, no será una fiesta cualquiera. El mayor de los tres hermanos, Christian, porta un relato que va desconfigurar la celebración con el fin de resignificar la muerte reciente de su hermana gemela y restaurar un orden que hace mucho tiempo se ha perdido.

El relato es un modo de arrojar luz sobre la neblina que producen los acontecimientos traumáticos. Los hechos necesitan, según Boris Cyrulnik, psicoanalista francés, ser extrañados, puestos en una esfera exterior a nosotros mismos y ser situados en el tiempo. Otorgar tiempo y espacio parece necesario, para ubicar el relato que nos permita conocer quienes somos. El concepto de resiliencia es la capacidad auto-terapéutica de las personas frente al sufrimiento físico o moral. Boris Cyrulnik es neurólogo, psiquiatra y psicoanalista, judío ruso, único superviviente de su familia de los campos  de concentración, desde los seis años al cuidado de la Asistencia pública francesa. Su propia historia personal y la experiencia con sus pacientes le ha llevado a  confiar en que la palabra, la memoria y el tiempo pueden ser herramientas terapéuticas clave en la reconstrucción del relato y en el anclaje de una historia de amor que den sentido al dolor guardado.

 
     
 

«Cuando el sujeto no puede realizar esta labor porque es demasiado joven, porque el entorno le hace callar, o porque su cerebro, dañado por un accidente o una enfermedad, no le permite ya una representación del tiempo, comprobaremos que la resiliencia se vuelve difícil. Sin embargo, mientras sea posible modificar la idea que nos hacemos de nosotros mismos, mientras una intervención en la realidad psíquica y social nos permita trabajar en ella, la resiliencia será posible porque, consiste, simplemente, en reanudar tras una agonía psíquica, un determinado tipo de desarrollo.» (1)

 
     
 

Quien ha vivido un trauma se somete o se libera de su historia, utilizándola. Esa es su disyuntiva: o se ve obligado a repetir o forzado a liberarse. Cuando el entorno impide reorganizar la memoria, los sujetos se ven aprisionados por el pasado.
En el cuento de Pulgarcito, la segunda vez que se cierne la amenaza sobre los siete hermanos, el más pequeño de todos, apercibido de nuevo,  no logra sin embargo, abrir la puerta de la casa y volver al río a recoger las piedrecitas: habrá de conformarse con esparcir las miguitas del currusco de pan que le ha dado su madre. Dichas migas son demasiado vulnerables a las criaturas del bosque y los mismos pájaros se las acaban comiendo. El relato se torna pues imprescindible, como los guijarros blancos que Pulgarcito encontrara al borde del río, para volver a encontrar el camino a casa.

 
     
  LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES  
     
 

El relato necesita solidez y consistencia. Los guijarros al borde del camino, hitos que permiten ir retomando la senda de regreso a la casa del padre.  Piedrecitas blancas, senda, regreso, casa del padre son, todas ellas, figuras todas demasiado retóricas y simbólicas, utilizadas para ir al encuentro con el sentido.

En una experiencia existencial de vida (2), los individuos han trascendido la propia racionalidad, y necesitan un sentido que les conecte con el más allá y que les posibilite seguir viviendo: en definitiva, seguir creyendo que amar es posible.
Ken Wilber, destacado teórico de la conciencia, ha definido distintos estratos de desarrollo de la psique. «Los seres humanos estamos condenados al significado y, en este sentido, estamos condenados a elaborar grandes imágenes» (3).

 
     
 

El postmodernismo, incluyendo al movimiento Dogma  (F.0) con todos sus preceptos que pretenden establecer una anti-imagen del arte cinematográfico, quiere erigirse a su vez una gran imagen del motivo por el cual debemos renunciar a las grandes imágenes; o sea, una flagrante contradicción que demuestra que los seres humanos estamos condenados a elaborar grandes imágenes. Conviene, por tanto, elegir con sumo cuidado nuestras grandes imágenes. (4).

Los guijarros blancos de Pulgarcito, o la promesa del regreso a casa, permiten recuperar el camino andado, reconocer por dónde se ha pasado, recoger los pedacitos para poder restituir el orden quebrado, fracturado.

En un estado de conciencia racional, siguiendo los niveles que nos propone Wilber, nos preguntaríamos por la Verdad: la ciencia va en pos de la verdad. Es la dimensión del “ello”. En una segunda dimensión, la del “nosotros”, nos habríamos de interpelar por la Bondad; mientras que, el narcisismo postmodernista ha quedado exhausto de tanto “yo”, esa dimensión individual, y ha perdido incluso el contacto con la Belleza.
Esta película, Festen, abre la saga de Films que componen el movimiento Dogma:

   
     
 

«En 1995 Lars Von Trier y un grupo de directores entre ellos Thomas Vinterberg y Soren Kragh-Jacobsen dieron a conocer un documento en el que planteaban la necesidad de modificar la forma de realizar el relato cinematográfico. Ese documento resultó ser el impulso inicial de un movimiento llamado Dogma 95 (Dogme 95). Los directores en cuestión se comprometían a tratar sus películas respetando una serie de normas estrictas a partir de las cuales buscaban encontrar la verdad profunda. Las películas filmadas de acuerdo a este movimiento deben ser filmadas en escenarios naturales evitando las escenografías armadas en los estudios, con cámara en mano o al hombro, grabada con sonido directo y sin musicalizaciones especiales. Todas estas especificaciones buscan dar a la historia un tono más realista. Dogma era el intento más audaz y conspicuo de reinventar el cine desde Jean-Luc Godard.

 
     
 

EL VOTO DE CASTIDAD:

Juro que me someteré a las reglas siguientes:
El rodaje debe realizarse en exteriores. Accesorios y decorados no pueden ser introducidos (si un accesorio en concreto es necesario para la historia, será preciso elegir uno de los exteriores en los que se encuentre este accesorio).

El sonido no debe ser producido separado de las imágenes y viceversa. (No se puede utilizar música, salvo si está presente en la escena en la que se rueda).

La cámara debe sostenerse en la mano. Cualquier movimiento -o inmovilidad- conseguido con la mano están autorizados.
La película tiene que ser en color. La iluminación especial no es aceptada. (Si hay poca luz, la escena debe ser cortada, o bien se puede montar sólo una luz sobre la cámara).

Los trucajes y filtros están prohibidos.

La película no debe contener ninguna acción superficial. (Muertos, armas, etc., en ningún caso).

Los cambios temporales y geográficos están prohibidos. (Es decir, que la película sucede aquí y ahora).

Las películas de género no son válidas.

El formato de la película debe ser en 35 mm.

El director no debe aparecer en los créditos.

¡Además, juro que como director me abstendré de todo gusto personal! Ya no soy un artista. Juro que me abstendré de crear una obra, porque considero que el instante es mucho más importante que la totalidad. Mi fin supremo será hacer que la verdad salga de mis personajes y del cuadro de la acción. Juro hacer esto por todos los medios posibles y al precio del buen gusto y de todo tipo de consideraciones estéticas.

Así pronuncio mi voto de castidad. Copenhague, Lunes 12 de marzo de 1995.En nombre de Dogme 95, Lars Von Trier y Thomas Vinterberg» (5)

 
     
 

Es sumamente relevante que estos directores sintieran la necesidad de firmar un manifiesto para hacer prevalecer la verdad. Y que además,  la primera película que inaugura este movimiento sea precisamente Festen: una película que relata la necesidad de reconstruir un relato para reconstruir una verdad largamente ocultada.

 
     
  LA CELEBRACIÓN DE LA VERDAD  
     
 

Pulgarcito y sus hermanos no pudieron regresar a  la casa paterna, a la casa de la Verdad, porque las miguitas de pan del currusco que les había dado su madre, no eran lo suficientemente sólidas para resistir a la intemperie del bosque. Curiosamente, el pan se puede comer, alimenta nuestros cuerpos. La madre nos da el alimento que nutre nuestros cuerpos, que asegura nuestra supervivencia, pero son necesarios los guijarros blancos para regresar al hogar, hace falta una consistencia como la de la piedra,  para poder encontrar el sentido cuando el rumbo se ha extraviado.

Los pájaros se han comido las migas cuando Pulgarcito en su inocencia quiere retomar el camino. Las criaturas más inocentes del bosque nos impiden retornar. El relato de Christian en esta película son los hitos que le van a permitir por fin reconstruir un relato para salir del medio del bosque.

Cada trozo del relato de Christian es un nuevo guijarro blanco, que adquiere consistencia en tanto que le permite acercarse y nos acerca a la verdad. Esta restitución necesaria para reparar el daño, para suturar la herida, para reconfigurar lo que ha entrado en el caos, es para nosotros lo que representa el relato en esta película.

 
     
  La configuración del escenario  
     
 

Los personajes de esta película llegan a la celebración después de recorrer una serie de peripecias que han comprometido sus existencias de una u otra manera. Han necesitado astucia, coraje, arrojo y certeza para llegar hasta aquí. Sin embargo, en Festen, cuando los tres hermanos Helene, Michael y Christian, se reencuentran para la celebración, aún no han llegado a la casa de la Verdad: están más bien en el castillo del ogro.

El ogro está aquí metafóricamente encarnado por la figura del padre real, el patriarca y simbólicamente representando en toda la parafernalia en torno a dicha figura patriarcal: los masones, el joven maestro alemán de ceremonias, los tíos y tías, la nobleza, la estirpe de la familia, los abuelos… la propia madre. Todo lo que representa la celebración: la persistencia de un statu-quo que viene sosteniéndose de generación en generación y de cuya última cabeza visible se celebran sesenta años.
El ogro está dispuesto a devorar a los hermanos: han de ser más listos, más sagaces y estar más despiertos que él, para robarle las botas de siete leguas con las que por fin podrán recorrer el mundo a grandes zancadas, regresar a la casa de la Verdad y llevar a todos con ellos, para así, además ser autónomos y felices. Las propias botas, el botín de guerra, habrán de asegurar su sustento. Pero lo veremos más adelante.

 
     
  La llegada  
     
 

Cada uno de los tres hermanos se aproxima de una manera muy particular a la celebración:

 

 
     
 

Christian, el hermano mayor.

El primer plano de la película nos muestra una carretera ondulante en perspectiva que discurre por medio de un campo de espigas maduras. Un hombre se acerca caminando con una maleta. Le suena el móvil: se escucha su conversación. «Estoy bien. Ahora estoy andando, disfrutando del paisaje por las tierras de mi padre. Es impresionante. Me entran ganas de quedarme aquí, de quedarme para siempre, pero todavía no puedo. Eso sí, lo voy a hacer. Sí, se van a quedar de piedra». (F.1) La voluntad de Christian, su propósito, se declara en el primer minuto de la película. Y además, asegura que los que escuchen el relato, se van a quedar de piedra.

   
     
 

Michael, el hermano pequeño.

La carretera se nos muestra el plano subjetivo desde el interior de un coche que avanza a toda velocidad y que adelanta a Christian, quien camina con su maleta por el arcén izquierdo. «Uy, juraría que ese es mi hermano.»

   
     
 

Le dice a su mujer, quien viaja con dos niñas en el asiento trasero. En su primera conversación, ya discuten. Retrocede y para el coche. Se baja para saludar a su hermano. Y su efusividad, un tanto desproporcionada y más propia de un niño, sorprende a Christian.

Michael viste de negro, es moreno. Christian viste gris claro, es rubio. Son dos personajes antagónicos, hermanos muy diferentes como vamos a tener la ocasión de comprobar en el desarrollo del film. No obstante el devenir del relato también nos hará comprender de qué manera serán complementarios.
Michael obliga a su mujer y a sus hijas a bajar del coche y a continuar el camino andando hasta su casa, sólo porque quiere ir él sólo en el coche con su hermano.
Cuando llegan a la mansión, nadie los recibe, deben tocar una campana para que aparezca el mayordomo. Christian debe interceder, pues Michael ha sido excluido de la lista de invitados, al parecer el año anterior se excedió con la bebida. Finalmente le dan una habitación de las pequeñas. Christian pregunta al mayordomo: «¿Llegó ya mi hermana?»

   
         
 

Helene, la hermana.

La carretera se difumina desde la cuneta, al tiempo que se escucha un coche pitar, lo vemos haciendo adelantamientos a gran velocidad. La tercera hermana, Helene,

 

 
         
 

llega en un taxi. Va fumando un porro y le pide al conductor, al que trata con mucha familiaridad que acelere, pues quiere llegar antes que el resto de la familia, para poder atenderles. Pero Helene, con quien se encuentra al llegar es con Christian, que la abraza.

Su encuentro, en la escalera, él desciende y ella asciende. Ella le saluda: «Hola, corazón.» Es como si ambos se conectaran desde el corazón.

   
         
 

Linda, la hermana ausente.

Un instante después, desciende Michael la misma escalera y atraviesa entre ambos. Helene se encara con su hermano pequeño y le recrimina: «¿Qué haces tú aquí?, ¿Si no vas al funeral de tu hermana, por qué vienes al cumpleaños de tu padre?».
Michael desde unos escalones más abajo, busca la mirada de aprobación y reconciliación de su hermano Christian para que interceda.

Christian media para que los hermanos no peleen, no obstante, ellos salen de la casa pegándose, como si fueran dos niños pequeños.

   
         
         
  Distintos modos de afrontar el drama      
         
 

Christian, Helene, Michael y Linda son los cuatro hijos de los Klingenfeld. Encaran, cada cual a su modo, un mismo drama. En psicología se suele hablar de que, frente a un trauma (un hecho que produce miedo y que pone la vida en peligro) se puede reaccionar de diferentes maneras. Se puede desatar un mecanismo de negación o introyección: lo que se vive no ha ocurrido y entonces se oculta, se niega. Helene no acepta en un principio la declaración de su hermano Christian, de igual modo que ha escondido la carta de su hermana Linda (la gemela suicida) en el tubo de pastillas. La neurosis, la drogadicción, el alcoholismo, encierran mecanismos de negación de una situación que nos produce tanto dolor, que no podemos afrontarla.

Se puede reaccionar atacando. Desatar la violencia contra todo y contra todos. Eso es lo que hace Michael. Su violencia nos desconcierta desde los primeros instantes de la película. De hecho, su comportamiento es al mismo tiempo la causa de que el padre no lo haya invitado a la fiesta, tanto como de que posteriormente lo quiera promocionar (apoyándole para que entre en la masonería). Será Michael el encargado de quitar a Christian de en medio, cuando se vuelve demasiado incómodo para que la fiesta continúe. Y también, a la postre el encargado de reconducir el orden, paradójicamente. Como parte activa de una guerra, los niños soldado aprenden a erotizar la violencia y se convierten en mercenarios. En toda guerra moderna hay una cifra de combatientes –que oscila entre el 10 y el 15 por ciento—que descubre «las delicias que puede procurar el horror». (6)

La mayoría la componen, sin embargo,  aquellos que no se ven excitados ni descalabrados por la lucha, y que salen de la experiencia, abatidos y desesperados.
Christian parece el niño bueno, el rubio candoroso, aquel a quien los padres aceptan como su buen hijo. Christian ha vivido anestesiado, seguramente medicado y  recluido en instituciones para enfermos mentales. Se queda dormido contemplando el agua del vaso, mientras una hermosa mujer se baña en su bañera.

Pero para la celebración, está situado frente al padre, en la mesa. Por eso es autorizado por el protocolo a encabezar la ronda de los brindis. Trae un relato que romperá el status quo. Su declaración es negada tres veces. Christian debe demostrar en tres ocasiones que es lo suficientemente fuerte como para llegar hasta el final con la defensa de su discurso. Demasiado tiempo de ocultación que le ha puesto al borde de la locura, que le ha tenido alejado de la familia e ingresado en un psiquiátrico durante algún tiempo. Sin embargo, es la muerte de su hermana gemela, Linda, la que por fin le da fuerzas para enfrentar la verdad profunda. Por muy dolorosa que esta sea. La más dolorosa misión es confrontar al padre. Poner en evidencia los errores, los abusos, las indignidades de vida de nuestros padres, es lo más doloroso y al mismo tiempo lo más liberador. Sólo cuando el dolor se hace tan agudo que se está dispuesto a perderlo todo, incluso la vida, que se ha tornado ya una carga demasiado pesada, se puede trascender dicho dolor, enfrentándolo y atravesándolo.

Mientras el trauma carezca de sentido, permanecemos aturdidos, atónitos, alelados… perdidos en medio del bosque sin saber cómo regresar a casa. Un torbellino de informaciones nos volverán incapaces de decidir.

 
         
  EL MOMENTO DE LA VERDAD  
     
 

El gran escenario de la representación está dispuesto: los hijos, traicionados por sus padres, van a ser llevados al bosque, como en el cuento de Pulgarcito. Pero Christian es el único que está prevenido. Trae el relato en el bolsillo, que, irá dejando a su paso como guijarros blancos para poder encontrar el camino de vuelta.
El patriarca cumple sesenta años y ha reunido a toda la familia y amigos en torno a una gran mesa: se dispone a compartir un gran banquete.

 
     
 

«El regreso a la vida se realiza en secreto, con el extraño placer que proporciona el sentimiento de vivir una prórroga. El trauma ha hecho añicos la personalidad anterior, y cuando nadie reúne los pedazos para frenar su dispersión, el sujeto queda muerto o no vuelve bien a la vida. Sin embargo, cuando se ve sostenido por la afectividad cotidiana de las personas que están cerca de él, y cuando el discurso cultural da sentido a su herida, consigue retomar un tipo de desarrollo distinto. Todo traumatizado está obligado a asumir un cambio, de lo contrario sigue muerto» (7)

 
     
 

El largometraje Festen, para celebrar, nos sirve en bandeja cuatro modelos o estilos para soportar la amarga verdad. Es posible anestesiarse, para no sentir el dolor, como hizo Christian; es posible vivir en la negación, como si nada pasara, aún a sabiendas de lo que pasa, sonriendo por fuera y llorando por dentro, como Helene; también es posible ser adalid de una insoportable violencia y agresividad que se instalan en el carácter para resistir el dolor, como hace Michael. O también es posible, como hizo Linda, sencillamente suicidarse. Todas estas maneras de enfrentar al trauma son otras caras de la moneda de la huida.

Nos queda por ver la única manera posible para reestablecer el orden perdido. La huida es una adaptación regresiva, no permite evolucionar.

Quienes superan un trauma (quienes siguen viviendo después de un trauma  experimentan con frecuencia esta sensación de prórroga que confiere el sabor de la vida que se ha perdido, pero son capaces de vislumbrar el placer de vivir como algo que aún sigue siendo posible. Este es un factor de resiliencia (8), de los que la nueva psiquiatría aboga para afrontar la reparación de los traumas. Este psiquiatra francés Boris Cyrulnik, insiste:

 
     
 

«Freud pensaba que los gérmenes del sufrimiento surgido en la edad adulta habían sido sembrados durante la infancia. Hoy es preciso añadir que la forma en que el entorno familiar y cultural habla de la herida puede atenuar el sufrimiento o agravarlo, en función del relato envuelva al hombre magullado» (9)

 
     
  EL RELATO: “el cuento de la verdad”  
     
 

La capacidad para traducir en palabras, en representaciones verbales susceptibles de ser compartidas, las imágenes y las emociones experimentadas, a fin de darles un sentido que pueda comunicarse configura el relato. La capacidad para descifrar los fenómenos que nos atenazan y nos amenazan, disminuye el miedo. Pero en esta película, asistimos con Christian al proceso de desvelamiento, brindis tras brindis de una historia que ha horadado desde la infancia su propia vida y ha acabado con la de su hermana Linda.
Para no dejarse aniquilar psíquicamente, ni entregarse al suicidio, ha hallado el valor necesario para buscar cómo socavar el sistema que sostiene la cruel violencia: para ello, el absurdo silencio debe ser atravesado.

Cada uno de los trozos del discurso fragmentado de Christian, que va desvelando la verdad, es un guijarro, que le va aproximando más a la reconexión y la protección de su identidad, la vuelta a la casa de la que la traición cometida por sus padres, como en el cuento de Pulgarcito, les expulsó a él y a su hermana en su más tierna infancia. Los padres de Christian frente a él,  en la gran mesa.

   
           
 

Sus rostros, dos máscaras que han de ir transformándose a lo largo de todo el relato.


En el primer brindis, Christian propone contar “El cuento de la Verdad”, que titula, Cuando papá se bañaba.

   
           
 

«Yo era pequeño cuando vinimos a vivir aquí y me atrevo a decir que mi vida cambió por completo. Teníamos todo el espacio que podíamos desear y armábamos todo el barullo que podíamos en ese espacio. Por ejemplo, la sala donde estamos comiendo, era un restaurante y recuerdo cuántas veces, mi pobre hermana Linda y yo, nos dedicábamos a colocar cosas en la comida de algunos clientes sin que los camareros se dieran cuenta. Luego ella, era incapaz de aguantarse la risa cuando estábamos escondidos. Tenía la risa más contagiosa que os podáis imaginar. Y a los pocos segundos, ya estábamos los dos riéndonos a mandíbula batiente. Y claro, nos descubrían, pero nunca nos hacían nada. Era mucho peor cuando papá se bañaba. Más inquietante, no sé si lo recordáis, pero papá siempre estaba bañándose y siempre que lo iba a hacer nos cogía a Linda y a mí y nos llevaba con él a su despacho, porque antes de darse un baño, mi padre, corría un cerrojito, cerraba las cortinas y encendía una lamparita, entonces se quitaba la ropa y nos decía que hiciésemos lo mismo. Luego nos tumbaba en un sofá de color verde que ya no existe y nos violaba: utilizaba sexualmente a sus hijos pequeños.

Hace algunos meses cuando mi hermana murió, comprendí que él era un hombre muy limpio, con tanto baño. Así que tenía que compartirlo con el resto de la familia, ya que se bañaba en verano, en invierno, por la mañana, por la tarde, por la noche. Mi padre era un hombre muy pulcro, ya era hora de que lo supierais, dado que hoy celebramos el 60 cumpleaños del rey de la bañera. Imaginaros tener una vida tan larga, para poder comprobar cómo crecen sus nietos. Pero no hemos venido aquí par aescuchar mi discurso toda la noche, hemos venido a celebrar el cumpleaños de mi padre y es lo que debemos hacer. Así que, gracias por todos estos años y que cumplas muchos más.» 

 
           
  EL AGUA Y LA CARTA: dos vías para volver al relato        
           
 

El inconsciente y el consciente, dos vías por las cuales el relato nos persigue: las migas de pan y los guijarros blancos. Como en tantas otras estructuras simbólicas, también en  Festen el inconsciente, es representadoa través de distintas vivencias del agua. Pero lo que otorga consistencia a la conciencia recobrada son las palabras de Linda. Las palabras escritas: la carta. Christian se esfuerza por permanecer consciente, por sacar a todos del engaño. Pero a  su esforzado y doloroso relato verbal, le hace falta consistencia. Helene saca el trozo de papel que encontró jugando con su hermana muerta. Palabras escritas por Linda antes de suicidarse, como sólidos guijarros, que pondrán para todos en evidencia que los hermanos por fin han regresado a su hogar.

Pero vayamos por partes. El agua de la bañera acogió como un útero

   
           
 

los últimos instantes de la vida de Linda, quien antes de suicidarse, volvió a jugar al mismo juego que jugaban los hermanos. Esta vez, la prenda escondida es una carta manuscrita que porta una contundencia, una consistencia que va a venir a apoyar definitivamente el relato reconfigurador de Christian , su hermano gemelo.

   
           
 

Retrocedamos unas horas antes del banquete. Cuando ya todos los invitados están en la casa. Tras el recibimiento y honores al patriarca, Christian y Pia, la camarera, se reencuentran

   
           
 

Ella, en un gesto de sencilla familiaridad,  le pide a él las llaves de su habitación para darse un baño. A su lado, Christian esboza la sonrisa más radiante, desde que ha comenzado la película.
                                    
A Helene le ha sido asignada la habitación de Linda, la hermana ausente.  Todos los muebles están tapados con sábanas blancas. Aunque con cierto miedo, ese es el lugar en el que su hermana se suicidó, se queda con la habitación.

 
           
       
           
 

Está acompañada por Lars, el mayordomo, con quien habrá de hacer un sorprendente descubrimiento.

Michael, por su parte, se pelea con su mujer, porque ésta ha olvidado meter en la maleta los zapatos negros para el banquete. Ambos acaban discutiendo de manera muy violenta gritándose e insultándose. Desde que ha comenzado la película, esta pareja. Mede y Michael no se ha hablado de otra forma.

 
           
       
           
 

Christian, mientras tanto, está sentado en su habitación, la voz de Pia se escucha en off: ella, le está contando de su vida en el último tiempo, y le dice que el postre del banquete lo ha hecho ella.  Pia, en el devenir de la película se configura como una figura clave para la recuperación de la consciencia no sólo de Christian, sino de todos los presentes. A través de su amor, a través de su coraje, a través de su apoyo.) Pero sin embargo, en esta secuencia, Christian tiene la mirada perdida.

   
           
 

Para resolver la discusión, Michael y Mede acaban haciendo el amor violentamente, mientras, Helene y Lars están jugando al juego (al que jugaban con Linda) de seguir las flechas para encontrar un tesoro.

 
           
       
           
 

Pia, mientras comparte con Christian su relato,  se ha puesto a llorar y Christian le da de beber, le ayuda a quitarse la ropa y en lugar de aceptar acostarse con ella, la manda a bañarse.

 
           
     
           
 

Y es en este momento en el cual se gesta el encuentro con lo real. El agua en las tres habitaciones: en la de Helene, han encontrado una carta, que estaba escondida en la lámpara.

   
           
 

En la de Christian, éste sigue con la mirada perdida en el vaso de agua.

   
           
 

 y en la de Michael, éste se está duchando, mientras la cámara gira artificiosa y misteriosamente sobre la cama deshecha en la que permanece Mede con la minada perdida.

   
           
 

Helene lee la nota que ha dejado su hermana y comienza a llorar.

   
           
 

Pia se sumerge en la bañera, para emerger justo cuando se queda sin aire

   
           
 

y Michael se cae y se estampa contra el suelo de la ducha, pegando un grito

   
           
 

Tres instantes que reflejan el despertar: el paso del inconsciente al consciente. Un  cambio de estado.    

En el caso de Helene, ahora conoce una información que antes no conocía y eso ha hecho que su comprensión se ha amplíe súbitamente; Pia ha ido hasta el límite de la resistencia física bajo el agua, quedándose casi sin aire; y Michael se ha golpeado de manera violenta contra el suelo. Ello provoca tristeza en Helene,

   
           
 

susto en Pia

     
           
 

y enfado en Michael:

     
           
 

tres diferentes maneras de afrontar los cambios de conciencia que se expresan a través de diferentes emociones.

 
           
  EL DESPERTAR: estrategias para negar la evidencia        
           
 

En algún punto, este nuevo estadio de conciencia alcanzado por los personajes va a marcar el relato en Festen. Lo primero que hace Helene se abstrae. Negar la evidencia es lo único que sabe hacer, lo que ha estado haciendo siempre para seguir viviendo. Para ello, busca desesperadamente dónde esconder la carta de su hermana que acaba de leer, como si con eso consiguiera de algún modo esconder también dicha información a su propia mente, negar o reprimir la verdad. Encuentra un tubo de ansiolíticos y allí la introduce. La pantalla nos muestra un hueco desasosegante.

   
           
 

Mientras, Michael no encuentra otro modo de resolver su frustración tras darse el golpe en la ducha, que culpar a su mujer por dejar el jabón fuera de su sitio. Su rabia le hace arremeter contra los demás, atacar y exteriorizar la violencia que le produce su frustración.
           
Y Christian, instantes antes del banquete, en una habitación, con una mujer hermosa en su bañera; sin embargo, para soportar el dolor, se ha quedado dormido.

«¿A dónde te has ido Christian?», le pregunta Pia.

   
           
  CONCLUSIONES        
     
 

Lo que pone en juego la película es la fuerza que es necesario oponerle a la herida, al trauma y al dolor que nos ha causado para reparar el daño y restablecer el orden. La consistencia que tenga nuestro relato es, como en el cuento de Pulgarcito, lo que nos permitirá volver a recuperar la verdad. Porque se lo contrario, el viaje será al encuentro con el Ogro, al que deberemos ser capaces de robarle las botas de siete leguas.

Hay una relación que los humanos somos capaces de establecer con los recuerdos a través de nuestra memoria, que es el sustrato que configura el relato. Sin ese acceso epistemológico al pasado, estaríamos prisioneros del presente sin tener opción de reconfigurar lo que está roto por el trauma. Para salir de esa cárcel, el hombre necesita memorias y recuerdos que otorguen sentido a las cosas. Aunque podamos recordar lo que pasó, no nos es posible influir en ello. Por eso es, que necesitamos hacer uso de nuestra capacidad de imaginar para  dominar el tiempo, para dar zancadas de siete leguas y huir del castillo del ogro. Desentrañar el sentido de la memoria, de las imágenes del pasado (aunque no existan, como el sofá verde o como Linda) desmenuzar el sentido de los acontecimientos. Sin embargo, todo relato no está completo hasta que no ponemos el punto final. Y eso es lo que más trabajo le va a costar a Christian…y de eso, creemos aquí trata Festen, de cómo configurar un relato, suficientemente consistente que permita deshacer años de mentira, de violencia y de terror psíquico. De cómo reconectar con un ámbito suficientemente amable y amoroso que haga del relato un cimiento sobre el que poder construir la vida subsiguiente y seguir adelante.

De dicha reorganización se encarga el relato en la película y nosotros remarcamos aquí la resistencia, la fuerza y el coraje necesarios que se exigen para acometer, como hace Christian, la tarea de contar y/o de sanar las heridas y los traumas.

 
     
  NOTAS  
     
 

(1) CYRULNIK, B. (2004), El amor que nos cura, Barcelona, Gedisa Editorial, 2005, p. 38.

(2) WILBER, KEN (1999a), Diario, Kairós, Barcelona, 2008, p.71.

(3) WILBER, K. (1999b) Una visión integral de la psicología. Ciudad de México, Editorial Alamah, 2000, 22-23.

(4) WILBER, K. (1999a) ps. 274-275. Aunque desde un punto de vista teórico, exista un número casi infinito de visiones del mundo, la historia del ser humano evidencia la existencia de unas pocas que han ejercido una influencia muy poderosa y significativa. Ken Wilber las categoriza del siguiente modo: sensorio-motora, arcaica, mítica, mental, existencial, psíquica, sutil, causal y no dual.
«Digamos, para comenzar, que la visión mágico-animista del mundo se
caracteriza por una identificación parcial entre el sujeto y el objeto, de modo que los «objetos inanimados (las rocas y los ríos, por ejemplo) son percibidos directamente como si estuvieran vivos o como si poseyeran un alma o un espíritu subjetivo. La visión mítica del mundo, por su parte se caracteriza por una plétora de dioses y diosas, pero no como entidades abstractas, sino como poderes profundamente sentidos que ejercen una influencia bastante directa sobre los asuntos terrenales. El rasgo fundamental de la visión mental del mundo –de la que la «visión racional del mundo» constituye la subclase más conocida- es la creencia de que el mundo objetivo se encuentra separado por completo del mundo objetivo de la naturaleza, de modo que uno de los problemas más apremiantes de esa visión consiste en encontrar el modo de restablecer el contacto entre esos dos dominios. La visión existencial, por su parte, considera que el universo puede ser contemplado desde perspectivas muy diferentes y que la ausencia de una visión privilegiada obliga al individuo a otorgarle un sentido. La visión sutil del mundo se caracteriza por la percepción de formas sutiles, arquetipos trascendentales y de pautas primordiales que suelen experimentar (y considerar) como Divinas. La visión causal del mundo se caracteriza por la experiencia directa de un vasto dominio no manifiesto – conocido por nombres tales como Vacío, cesación, el Abismo, lo No nacido, ayn, Ursprung-, la inmensa ausencia de forma de la que emana toda manifestación. Y la visión no dual del mundo, por último, constituye la unión entre la No Forma y la Totalidad del mundo de la Forma.»

(5) El lunes 13 de marzo de 1995 fue firmado el Manifiesto Dogma por Lars Von Trier y Thomas Vinterberg, en el que ambos realizadores daneses proclamaron su interés y compromiso por buscar la restauración de una cierta “inocencia perdida” en gran parte del cine actual, al cual acusaron de volverse de espaldas a la realidad, mientras propugnaban la recuperación de algunos parámetros de los movimientos cinematográficos rupturistas de los años sesenta. El 1 de marzo de 2000, ante la repercusión de dos de sus films (Festen/ Dogme nº1: Festen, 1998, Thomas Vinterverg, y Los Idiotas, 1998, Lars Von Trier), decidieron abrir un secretariado (Dogmesecretariat) encargado de otorgar certificados oficiales a todos aquellos Films que lo solicitaran y cumplieran las exigencias contenidas en el decálogo.

(6) CYRULNIK, Boris (2004), Op. cit. p. 22-23.

(7) CYRULNIK, Boris, (2004), Op. cit. p.21.

(8) CYRULNIK, Boris, (2004), Op. cit. p.58.

(9) CYRULNIK, Boris, (2004), Op. cit. p.22.

 
     
  REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS  
     
 

• CYRULNIK, B. (2004), El amor que nos cura, Barcelona, Gedisa Editorial, 2005.

• WILBER, KEN (1999a), Diario, Kairós, Barcelona, 2008.

• WILBER, K. (1999b) Una visión integral de la psicología. Ciudad de México, Editorial Alamah, 2000.

 
     
  SITIOS WEB  
     
 

• http://www.todomonografias.com/periodismo/dogma-95/ consultado (2 de abril 2010)

• http://www.miradas.net/2005/n39/estudio/losidiotas.html (consultada 2 de abril de 2010)

 
     
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