Trama y Fondo
VI Congreso Internacional de Analisis Textual

La quiebra de la incomunicación a través del relato: La vida de los otros
(Das Leben der Anderen), de Florian Henckel von Donnesmarck

     
María Merino Bobillo
Profesora Universidad de Valladolid
 

Abstract: La incomunicación de un sistema ideológico, cristalizado en un estado totalitario, se rompe cuando, desde sus propios mecanismos de control, se abre un resquicio al conocimiento de la individualidad de la persona. El relato es el eje y el catalizador de la trama en la película La vida de los otros que realiza un acercamiento lleno de humanidad y piedad, a uno de los capítulos oscuros de la República Democrática Alemana en los años 80 del siglo XX.

 
1. La historia como fuente de relato  
     

La importancia del relato en la vida de los hombres y de las sociedades, queda magistralmente reflejada en la película alemana La vida de los otros (Das Leben der Anderen), estrenada en el año 2006. Su director y guionista, Florian Henckel von Donnesmarck se acerca a una de las grandes tragedias acaecidas en el siglo XX en Europa: las dictaduras del régimen marxista. Lo hace tangencialmente pues el argumento de la película se cierne a un episodio, acaecido en un lugar muy determinado y localizado en los últimos años anteriores a la caída del Muro de Berlín. Los hechos ocurren en 1984 en la ciudad de Berlín del Este que, por su ubicación fronteriza, se muestra como el exponente del absurdo, en la fuerte acepción que el diccionario concede a este término: contrario y opuesto a la razón, que no tiene sentido, irracional, arbitrario o disparatado. Un muro dividió la ciudad y confinó a la mitad de la población a vivir bajo los dictámenes policiales surgidos de la puesta en marcha de una utopía colectivista. Una de
sus señas de identidad fue el asfixiante control ejercido sobre sus ciudadanos, particularmente de los intelectuales y los artistas.

Llama la atención la elección del tema. El acercamiento a aquellos oscuros años de la historia de la Alemania comunista es todavía poco frecuente en el cine y lo es más si se compara con la abundancia de muestras referentes al otro totalitarismo que sufrió aquel país en el siglo XX, el nazismo. El director de la película, un alemán nacido en 1973, se enfrenta a la historia de su país alejándose de visiones maniqueístas, de actitudes revanchistas o revisionistas.

Compendia los casi treinta años de existencia del Muro de Berlín (1961-1989) en una mirada muy humana, sugiriendo el sufrimiento de su pueblo y evitando las expresiones explícitas de violencia, que son sugeridas a través de las psicológicas: la tortura para arrancar las confesiones, el chantaje para ejercer la profesión, la coacción para delatar y ser cómplice de los desmanes del gobierno, etc.

La vida de los otros narra un espionaje que podría calificarse de banal por su sujeto y por su objeto. Se trata de un autor de teatro que se considera a sí mismo y es considerado fiel al régimen. Sus colegas y amigos no mantienen la misma actitud que él, que se acomoda a la situación de necesidad mutua entre el Partido y el artista. No existe una gran trama policíaca ni de suspense, aunque se producen momentos de tensión a medida que la narración avanza. Sin embargo se trata de una película con espesor de contenido. Éste radica en el hecho, en sí mismo cancerígeno, del sistema implantado por el régimen comunista: la desconfianza absoluta en los ciudadanos, la falta total de libertad, el fomento de la delación.

Aunque el espectro temporal de la película llega hasta después de la caída del Muro, su interés se concentra en el control policial sobre los artistas en la época en que subió al poder Erich Honecker. Sólo en los últimos minutos de la cinta tiene lugar poco después de la Reunificación, pero lo hará no en búsqueda de explicación del pasado de una nación, sino por necesidad del guión es decir, como colofón de las historias de los protagonistas. No se trata pues de una película histórica, sino de un acercamiento al pasado a través de unos rostros concretos que explican la realidad de un país.

El argumento cuenta cómo el capitán de la Stasi, Gerd Wiesler, convencido comunista, es encargado de espiar a Georg Dreyman, un reconocido autor teatral y considerado fiel al régimen, que es puesto repentinamente bajo sospecha de deslealtad. Wiesler instala en el domicilio del escritor una minuciosa red de micrófonos y desde un desván oculto en el mismo edificio, escucha cuanto sucede en su interior, durante las 24 horas del día, tarea en la que sólo es sustituido por un joven. Ambos redactan, regular y escrupulosamente, un informe detallado de cada movimiento y de cada conversación que se produce en la casa, donde en un inicio no se detecta ninguna cuestión dudosa. La trama avanza cuando Dreyman conoce que su novia Christa-María se vende a los deseos del Ministro para la Seguridad del Estado, que la chantajea con cortar sus posibilidades profesionales si no accede a ellos. Dreyman reacciona con dolor y pretende convencer a Christa-María de que no necesita del Partido para ser una buena actriz. Ella le hace ver que él tampoco los necesita y sin embargo está también prostituyéndose con ellos, consintiendo su censura. La actitud de Dreyman, equidistante entre la libertad creativa y el sometimiento al establishemnet, queda al descubierto. Se produce entonces un acontecimiento dramático cuando Alfred Jerska, el director de teatro que más admiraba el escritor y uno de sus mejores amigos, acosado por la falta de libertad, se suicida. Dreyman decide escribir un artículo en el que pone de manifiesto la alta tasa de suicidios que se producen en la RDA y que son maquillados por el Gobierno para no manchar su imagen en el exterior. Se trata de una denuncia en toda regla de la falta de libertad que existía en el país. Cuando salió publicado en Der Spiegel, en la República Federal Alemana, la Stasi sospecha de Dreyman y estrecha su vigilancia. Entretanto, las escuchas han ido transformando a Wiesler. Por un lado le han llevado a sintonizar con los sentimientos del autor y de su novia. Por otro, descubre el affaire del ministro Bruno Hempf con la actriz y que éste resulta ser el motivo que ha desencadenado la operación contra el escritor, que se presenta como rival no por cuestiones ideológicas, de fidelidad al Partido, sino personales. El Ministro de Cultura azuza las investigaciones, amenazando con represalias si no se encuentra nada denunciable en Dreyman. El capitán de la Stasi emprende paulatinamente el camino del encubrimiento que finaliza por salvarle de la denuncia. Grubitz, el jefe de Wiesler, se da cuenta de ello y degrada al agente, confinándole a un trabajo oscuro y rutinario de control postal. Tras la caída del Muro, Dreyman se entera casualmente de que ha sido controlado por la Stasi. Corre a su casa para comprobarlo y descubre la red de micrófonos que la recorría por completo. Asombrado se pregunta por qué nunca fue denunciado e interrogado. Para esclarecerlo se dirige a los archivos de la antigua policía secreta donde, con estupefacción ve llegar varios tomos sobre la operación de espionaje que se efectuó sobre él. Página tras página va leyendo los detallados informes sobre su vida, hasta que en cierto momento se revela un relato insólito que no tiene que ver con la realidad y que se corresponde con el que Wiesler comienza a inventar para proteger al escritor. La secuencia final da un pequeño salto en el tiempo, el suficiente para que Dreyman haya tenido tiempo de escribir un libro que lleva como título Sonata para un hombre bueno y que dedica a HGW XX/7, el nombre en clave del agente, en reconocimiento por haberle encubierto.

 
2. El relato audiovisual  
 

 

 

La vida de los otros no es otra cosa que un relato: se cuenta una historia a través de una trama en la que los personajes actúan. A su vez, en el relato audiovisual se superponen diferentes relatos que cristalizan, al final de la película, en otros dos: un falso informe policial y una novela. Y precisamente es el relato, el catalizador de la apertura mental que se produce en uno de los protagonistas y que constituye el núcleo del film. Pasamos a analizar todos ellos.

El relato audiovisual se teje torno a dos hombres que encarnan las dos Alemanias: la que somete y la sometida, la de aquellos se encuentra dentro de la estructura del Partido y la de aquellos que se ven acorralados por ella. De algún modo, Wiesler y Dreiman figuran la encarnación del Muro. La distancia entre ellos es exigua, como lo es entre Berlín del Este y del Oeste: los metros que distan del domicilio del escritor, al desván donde el agente ha instalado su centro de operaciones. Sin embargo, sus mundos se encuentran tan alejados, que son la cara opuesta de una sociedad en la que los unos son enemigos de los otros.

El mundo en el que se inscribe Wiesler representa a los que detentan el poder: los altos mandatarios del gobierno comunista. Él es uno de sus miembros, un hombre implacable en el cumplimiento de su deber, el de salvaguardar la adhesión al Partido. Demuestra su fidelidad al régimen desplegando un raudal de dotes que le sitúan como uno de los agentes de la Stasi más valorado. La película inicia su presentación mientras imparte clases en la Escuela que forma a los futuros agentes. Enseña los métodos que han de emplearse en los interrogatorios: cómo se debe coaccionar al sospechoso, cómo no rendirse hasta que no se le arranque una confesión, cómo sumirle hasta la extenuación, les enseña a estar atentos para detectar cuándo mienten, como es la repetición idéntica de las respuestas que manifiesta que la persona las ha construido y aprendido de memoria, o el desprendimiento de olor de miedo que deja en la silla y que después podrá analizarse. Con sus procedimientos, no hay escapatoria posible para el interrogado. Frío y calculador, anota la más mínima reacción susceptible de crítica al Partido, como refleja la escena en la que un alumno pregunta si no es cruel ese sistema. Wiesler, mientras pregona que se trata de enemigos del sistema, anota quién ha sido el que ha realizado tal comentario.

En su mundo prima el miedo. Lo puede contar aquel estudiante que bromea en el restaurante de la Escuela sin saber que tiene de vecinos a Wiesler y a su jefe, Anton Grubitz, teniente coronel del Ministerio para la Seguridad del Estado, el encargado de dirigir la vigilancia de personas dedicadas a las artes, la sección XX/7. Un solo chiste y el alumno fue destituido y confinado a un trabajo de funcionario gris y rutinario. O la vecina de Dreyman que, desde la mirilla de su casa, observa la operación que la policía está realizando en casa del escritor. Wiesler lo advierte y la amenaza con destruir la formación profesional que su hija ha comenzado.

Al cuadro de un mundo de sospecha y miedo, se une un tercer elemento que lo impregna todo: la tristeza. En ningún momento Wiesler sonríe. Quizás, levemente y más interior que exteriormente, en la última imagen de la película. Su mundo es solitario: no tiene familia, no tiene un amor, su amigo, el teniente coronel, es un ambicioso político que se quiere servir de su trabajo para medrar en el Partido y que no dudará en convertirle en sospechoso de encubrimiento de Dreyman y de confinarle a una oscura dependencia para desempeñar el mecánico trabajo de abrir cartas, por medio de vapor, para ser revisadas por la censura. Su domicilio se encuentra en un paraje desolado, en medio de una plaza desierta, con escasa iluminación, en un anónimo rascacielos. Hasta su comida adolece de lo genuino, como lo expresa al abrir una lata de conserva que ingiere sin mayor preparación culinaria.

El mundo de Georg Dreyman presenta el de los artistas. En su entorno hay amistad, amor, calor, música, fiesta, regalos, libros. La película le introduce durante la representación de una obra de teatro y a continuación en su fiesta de cumpleaños, siempre acompañado por su amor, Christa-María, actriz que protagoniza su obra, y de un buen número de amigos. Muchos de ellos son también artistas, pero adoptan una postura crítica hacia el Partido. Él, sin embargo, mantienen una posición intermedia. Se ha acomodado a la situación, que no en vano le ha permitido recibir un Premio Nacional de Literatura.

La vida de Dreyman y Wiesler jamás se cruzará en la realidad. Separados por la eficaz discreción de la Stasi, la película no deja resquicio a un diálogo ente ellos, ni siquiera a una mirada. Sin embargo, ambas vidas se entrelazan por medio de las escuchas que el capitán realiza. Para Wiesler este entrelazamiento será la pérdida de la ingenuidad y constituirá su redención como persona, al tiempo que su condena como camarada traidor. Para Dreyman será su salvación, el escudo que le proteja del paso de sospechoso a ser interrogado y condenado.

 
3. Superposición de relatos  
 

 

 

El relato oral lo constituye la vida de Dreyman que llega al agente de la Stasi por medio de los micrófonos ocultos, en una especie de emisión radiofónica en directo. La vida diaria del escritor, sus amigos, su vida afectiva, el amor a la música, a la lectura, las fiestas que organizan, se introducen en el interior de del capitán. La casa de Dreyman se convierte en un gran libro en el que cada día sus habitantes escriben unas páginas que le son leídas al agente por sus propios personajes. Como toda narración, abren la puerta a un mundo diferente al propio. Wiesler descubre lo que existe más allá del estrecho y controlado mundo comunista: la amistad, el amor, el miedo, la poesía, la música, es decir, todo aquello que en los márgenes de libertad “los otros” logran vivir. Y como toda narración, deja su huella, engendra preguntas, suscita problemas y sacude al yo (I). Comienza a ser atraído por aquello. Aprovechando su poder de controlar la vida de los demás, penetra en el domicilio en sospecha, pero no introduce más micrófonos, sino que realiza dos gestos que romperán las fronteras que le aíslan: contempla con veneración casi religiosa el despacho de Dreyman, que para él representa ese mundo inaccesible y toma uno de sus libros. A continuación se dirige al dormitorio y desenchufa el micrófono de la cama, en un gesto de protección a la intimidad de la pareja o quizás, de evitar la desazón que le produce escuchar sus relaciones y palpar, por el contrario, la infinita soledad en la que él se encuentra.

Todo ello desemboca en uno de los momentos álgidos de la película y central para nuestro tema. En la siguiente secuencia, el relato “auditivo” ha impulsado a la lectura de otro relato. La palabra escuchada impulsa a la lectura de la palabra escrita. La fría imagen del policía secreto se rompe a través de un primer plano que presenta la figura humana cortada por la cintura, dotándola de un valor expresivo, narrativo y comunicando cercanía. La cámara en picado corto, se sitúa completamente por encima del personaje que ha dejado su posición de alerta –de pie o sentado, pero siempre vigilando– y se encuentra tumbado sobre un sofá, sumergido en la lectura del libro robado en la casa del personaje al que espía. Hasta su vestimenta se impregna de cierto color que le aleja de la monotonía del gris. Se trata de unas poesías de Beltord Brech y aquí se produce otro tipo de relato.

El relato oral tiene otra inflexión importante cuando a través del seguimiento por cámaras de los alrededores del edificio, se le hace evidente la corrupción de un miembro del Gobierno. Así es testigo de las ocultas intenciones que se esconden tras la operación Lazlo. Wiesler ve bajar a Chista-María del coche del ministro y después escucha el sufrimiento de la pareja. Comienza a empatizar con sus sentimientos y a convertirse en su defensor anónimo.

 
  El relato poético y musical  
 

 

 

La breve lectura de un poema de Beltord Brecht abre la escena en la que definitivamente Wiesler es conquistado esta vez por el relato poético y musical. Se estremece mientras lee:

 
 

Si las nubes no hubieran estado allí.
Yo habría olvidado aquel beso hace mucho tiempo.
Las nubes las recuerdo todavía y las recordaré siempre,
Eran tan blancas y venían desde muy lejos.

 

 

En la siguiente secuencia el escritor recibe la noticia de que Jerska se ha suicidado. Abrumado, por el dolor se dirige al piano en el que interpreta la obra musical que éste le regaló por su cumpleaños: Sonata para un hombre bueno. Las notas de la composición construyen un nuevo relato en un juego de plano y contraplano: expresan la intensidad del abatimiento de Dreyman frente al que se desvela la humanidad oculta en el agente de la Stasi. Durante unos largos minutos, sin palabras, sólo con las notas musicales, el tono de la emoción alcanza altas cotas. Concluye con unas palabras de Dreyman “¿Puede un hombre escuchar esta música, escucharla de verdad y ser una mala persona?”, y que se clavan en el corazón de Wiesler. La reflexión recoge unas palabras pronunciadas por Lenin sobre la Apassionata de Beethoven: “si sigo escuchándola no acabaré la revolución”. Algo similar le ocurrirá al capitán.

 
  El relato escrito  
 


 

Ambos protagonistas, el espía y el espiado, utilizan la palabra escrita como instrumento profesional. Dreyman, además de su trabajo ordinario como autor teatral, movido por el dolor que le ha causado la muerte de su amigo Jerska, acepta la invitación de Der Spiegel para escribir un reportaje sobre la ola de suicidios que se producen en la RDA y que son ocultados por el Gobierno. Este relato escrito será el que provoque el desenlace final. A pesar de todas las cautelas tomadas para hacerlo en el más absoluto secreto, cuando se publicó el artículo en Berlín Oeste, la nomenclatura del partido sospechan de él, registran meticulosamente su domicilio del escritor, detienen a Crista María, que no es capaz de resistirse al chantaje al que se ve sometida en vistas de obtener una confesión que inculpe a Dreyman. El agente de la Stasi salva a Dreyman cuando hace desaparecer la prueba que su novia ha dado.

Por otro lado, el capitán realiza diariamente un informe detallado sobre las 24 horas de la vida del escritor. Esta rutinaria y meticulosa operación, acabará transformándose en la redacción de una obra de ficción cuando Wiesler, ganado ya por la empatía que siente por el escritor, apuesta por salvarle y se arriesga escribiendo un informe falso: en lugar de las conversaciones que el escritor mantiene con sus amigos sobre el artículo que va a publicar en Berlín del Oeste, inicia un relato sobre una supuesta obra de teatro que está preparando para la celebración del aniversario de la RDA. El policía de la Stasi se convierte en escritor de ficción: día a día va inventando el doble relato falso sobre la actividad que desarrolla Dreyman y sobre el contenido de la obra de teatro.

La vida de los otros finaliza con otro relato escrito: el libro que Dreyman dedica al agente Wiesler, a quien no conoce, en reconocimiento por lo que hizo por él y que lleva el título de Sonata para un hombre bueno, el mismo que su fallecido amigo Jerska puso en la pieza musical que le regaló en su cumpleaños.

 
4. Conclusión  
         

El análisis de la película La vida de los otros, bajo el prisma de su relación con el relato, nos lleva a una doble consideración. En primer lugar manifiesta la importancia fundamental que el relato tiene en la vida de los hombres. Dada su estructura antropológica como ser sociable, las personas necesitan la relación con los otros para conocerse y construirse a sí mismas. Lo hacen por medio del diálogo, pues el hombre es un ser constitutivamente dialogante (II). Para crecer, el hombre debe hablar, sino su vida es gris y aborrecible y él se convierte en un idiota (III). Por ello es controlado en los sistemas totalitarios, pues sin comunicación es imposible que exista una verdadera vida social, pues falta el terreno común sobre el que construir (IV).

El diálogo tiene su expresión artística en el relato literario y en consecuencia, en el régimen comunista los artistas son considerados como elementos peligrosos. Como productores de mensajes se les controla de manera absoluta y hasta se dedica una división especial de vigilancia en el Ministerio correspondiente. Del mismo modo se hace con los receptores, todos los ciudadanos, que no tienen acceso más que a lo que el sistema permita. La vigilancia y la falta de libertad suponen el control sobre la verdad, pues se adjudican el dictamen sobre lo que es o lo que no es, que arrastra tras de sí la posibilidad de belleza y consecuentemente de bondad. La originalidad de la película consiste en presentar cómo, precisamente a través de los propios mecanismos de control de la comunicación del estado totalitario, se abre un resquicio al conocimiento del otro, con toda su individualidad, con su mundo particular que redefine e incluso reconstruye el propio mundo. Se abre paso la verdad –otros hombres, otras vidas, otros intereses y ésta acarrea el descubrimiento de la belleza –la poesía y la música que genera el cambio hacia la bondad –el agente de la Stasi se compadece de sus espiados y empuja a actuar en libertad, en conciencia, aún en contra del propio sistema totalitario en el que se creía.

En segundo lugar, la película muestra la complementariedad y sinergía de los diferentes relatos. No sólo no son excluyentes, sino que poseen en sí mismos la capacidad generadora: un relato conduce al otro la escucha lleva a la lectura, la poesía a entender la música y juntos al informe policial falso y todos influyen en la percepción que la persona tiene de la vida y en la determinación por vivirla de un modo personal.

     
 

I JIMENEZ LOZANO, J. (2010), «La feria de los libros», Artes&Letras Castilla y León, ABC, 29, Valladolid, 3.
II LAÍM ENTRALGO, P. (1983): Teoría y realidad del otro, Alianza, Madrid, pp. 577-613.
III YEPES STORK, R. Aranguren Echevarría, J. (1996): Fundamentos de Antropología. Un ideal de excelencia humana, Eunsa, pp. 67-68.
IV Ibidem.

 

 

  Trama y Fondo  
  logos