Trama y Fondo
VI Congreso Internacional de Analisis Textual

 

La Emergencia de lo Siniestro en el Dr. Frankenstein

     

David Aparicio

 

Abstract: En lo que sigue haremos algunas observaciones acerca de El Doctor Frankenstein (Frankenstein, 1931) de James Whale. Para dar cuenta de la emergencia de lo siniestro en el film nos centraremos en dos figuras: el padre y la novia. Analizando esas dos figuras trataremos de señalar los aspectos más relevantes del orden simbólico observables en este relato.

Palabras Clave: Frankenstein, lo siniestro, James Whale,  El espíritu de la Colmena, horror a lo femenino.
 

Henry Frankenstein tiene una oscura y siniestra obsesión: crear vida humana a partir de cadáveres. Creemos que esa idea loca de Henry Frankenstein es el punto de ignición del film, pues alrededor de este punto se articula un orden simbólico.

Para dar cuenta de este orden simbólico proponemos centrarnos en dos puntos que consideramos clave: La representación de la figura del padre y la representación de la novia.

     
I EL PADRE.  
 

 

 

Sabemos cuál es el objetivo de Henry Frankenstein: crear vida humana a partir de cadáveres. Pero... ¿Por qué esa obsesión por crear vida humana? ¿Por qué no le basta un animal que le sirva de conejillo de indias? Para intentar contestar a esta pregunta empezaremos por revisar a la figura del padre dentro del film. Porque a fin de cuentas, un padre consigue el objetivo final de Henry Frankenstein: engendrar una nueva vida.

Empezaremos por la escena de la creación del Monstruo. Henry realiza su experimento con Elizabeth, Waldman y Victor como testigos. Comprueba que el cuerpo cosido con retazos de cadáveres cobra vida y grita con un goce exacerbado y loco:

 
Henry: ¡Al fin se cómo se siente al ser Dios!
 

Lo que es casi como decir: al fin se cómo se siente el ser Padre, pues Dios es Padre de Todos Los Hombres. El Dios Padre Cristiano da a los hombres la Ley y hace una Donación Simbólica.

Pero PHenry está muy lejos de desempeñar una función paterna para con el Monstruo. Al contrario: le deja a su suerte. Sin ningún tipo de Ley moral que le permita al Monstruo distinguir entre el Bien y el Mal. La experiencia del Monstruo con Lo Real es en estado bruto, en ausencia de cualquier simbolización.

Una vez que Henry Frankenstein ha creado el Monstruo, el Doctor Waldman le advierte en una lúgubre sala de los peligros a los que se enfrenta con la creación de semejante criatura. En opinión de Waldman, tienen que matar al Monstruo antes de que ocurra una tragedia ya que el cerebro del Monstruo es el cerebro de un criminal. Henry Frankenstein trata de tranquilizarle diciéndole que a veces la perfección no llega la primera vez.

Para intentar detenerle el Dr. Waldman le recuerda: “Piense en Elizabeth y en su padre”.

Henry le contesta:”Elizabeth cree en mi. Mi padre, jamás cree en nadie.”

Por sus palabras cabe deducir que entre Henry y su padre hay un claro distanciamiento y entendemos que Henry Frankenstein piensa que su padre no cree en él.

A continuación oímos unos pasos que se acercan hacia la puerta de la habitación donde Henry Frankenstein y el Doctor Waldman están hablando. Henry Frankenstein apaga la luz dejando la sala en semipenumbra y el Monstruo entra. A continuación Henry Frankenstein demuestra al Dr. Waldman que el Monstruo le obedece.

 
 
 
 
       
 
       
   
       

Poco después Henry Frankenstein abre una claraboya del techo dejando que un chorro de luz entre en la sala. El Monstruo alza las manos hacia la luz como si esperase recibir algo. Poco después Henry cierra la claraboya. El monstruo se queda con las manos abiertas y vacías, con el rostro desencajado y lleno de tristeza.

La configuración plástica de la escena nos recuerda mucho a las representaciones pictóricas religiosas en las que Dios se hace presente mediante un chorro de luz.

Un cuadro que nos puede servir de ejemplo es el de San José y el niño Jesús de José de Ribera (Museo del Prado de Madrid). En él vemos a San José sosteniendo una flor, y al niño Jesús con una cesta entre sus manos. Ambos se encuentran sumidos en un espacio oscuro y sombrío. Y desde lo alto, la luz cae sobre ellos.

El presente que tiene en las manos el niño Jesús, sin duda es porque se lo ha dado un tercero, quizá San José. En esa cesta, podríamos ver una donación simbólica al niño Jesús. No importa tanto el objeto en sí mismo, sino el hecho de que se lo hayan dado, donado. Jesús González Requena en su libro sobre Los tres Reyes Magos (1) señala que el regalo que se le hace al niño el día de Reyes, es, además de un obsequio, una donación simbólica. Una donación simbólica envuelta en el ámbito de un mito: el de los Tres Reyes Magos. Y este rito que hacemos todas las navidades trae un mensaje muy especial para el hijo: que él, como el niño Jesús, es motivo de celebración.

 
       

Para el Monstruo sin embargo ningún tipo de Donación Simbólica le será destinada. Ni tan siquiera un primer acceso al lenguaje. Eso representan sus manos vacías. El vacío radical que le depara.

Esta escena no es la única en la que podemos encontrar referencias bíblicas. 

En la segunda parte que se hizo de este film, La novia de Frankenstein (The Bride of Frankenstein, 1936), el Monstruo se encuentra con un hombre ciego que toca el Ave María de Schubert con el violín. El Monstruo entra en la cabaña y el ciego le oye. El ciego pregunta el nombre de quien acaba de entrar. Pero el Monstruo no contesta. En vez de eso le dirige sus manos abiertas, que expresan su carencia. Y en este caso es la carencia de la primera Donación, que como hijos recibimos: el nombre.

Este hombre ciego de barba blanca podría haber desempeñado una función paterna con el Monstruo. En primer lugar le da de cenar y a continuación da gracias a Dios porque otros de sus hijos le acompañan para dar fin a su soledad. De este modo el Monstruo es nombrado como hijo de Dios, Padre de todos los hombres y, por primera vez, el Monstruo se introduce dentro del mito.

       
 
       
 
       

Al día siguiente el Hombre ciego le enseña al Monstruo distintas palabras. Le introduce en el ámbito del lenguaje. Y de alguna manera le civiliza, como si estuviese educando a un pequeño salvaje.

Le enseña que el fuego no es malo, sino que lo hay Bueno y Malo. De esta manera le introduce en el ámbito de la Ley Moral: el Bien y el Mal.

Si comparamos la escena del hombre ciego con la posición que ocupa Henry Frankenstein frente al Monstruo advertimos la clara diferencia. En primer lugar, Henry Frankenstein no introduce al Monstruo en el mito simbólico cristiano porque precisamente lo que  trata de demostrar con su experimento, es que Dios y el mito de la creación es una completa farsa.
Tampoco le introduce en el mundo del lenguaje como hace el ciego, ni le introduce los conceptos del Bien y el Mal de la ley moral.

 
       
 
       
 
       
 
       

Cuando Fritz, el ayudante del Dr. Frankenstein, atormenta al Monstruo con un látigo, Henry es incapaz de defender al Monstruo y abandona la habitación. Entonces Fritz da rienda suelta a sus impulsos sádicos con una antorcha. 

La experiencia del Monstruo con el fuego es la de un encuentro con Lo Real  en ausencia de cualquier mediación simbólica. Pues hay que anotarlo: la Ley Moral que le da el hombre ciego al Monstruo en la segunda parte de este film, donde distingue que el  Fuego puede ser usado para el Bien o para el Mal, es una mediación simbólica. En El Doctor Frankenstein, ninguna Ley, ninguna Donación Simbólica para hacer frente a la experiencia del horror.

Ningún personaje desempeña una función paterna ni para el Monstruo ni para Henry Frankenstein. Ese es uno de los desgarros que laten dentro del film. El otro desgarro lo encontraremos en la relación con lo femenino. Y en ese desgarro veremos una relación entre lo femenino y la emergencia de lo siniestro.

 
II LA NOVIA.  
 

 

 

Cuando abrimos el apartado dedicado al padre nos preguntábamos por qué Henry Frankenstein quiere crear vida humana, y no le sirve cualquier conejillo de indias. Pues de lo que se trata es de crear una nueva vida, no de resucitar a un muerto.

Ahora que nos centramos en la figura de la novia dentro del film, podemos formularnos otra pregunta relacionada con el siniestro experimento de Henry Frankenstein: ¿Por qué no se plantea que puede engendrar una nueva vida con Elizabeth? ¿Qué sentido tendría engendrar una nueva vida humana mediante sus experimentos si ese es el fruto del acto sexual? Se nos podría argumentar que Henry Frankenstein hace su trabajo por el progreso científico en el conocimiento de la vida. Y sería posible aceptarlo, si bien las implicaciones éticas son más que discutibles. Pero creemos que en el film también es posible ver en Henry Frankenstein un cierto horror hacia lo femenino.

 
 

     

 

Elizabeth: La he leído una y otra vez, pero no entiendo ni una palabra. “Debes tener fe en mi, Elizabeth. Espera. Mi trabajo es más importante; incluso más que tú”

Henry Frankenstein se marcha  dejándole tan solo una nota a Elizabeth donde le dice que su trabajo es más importante que ella. ¿Qué novia no se alarmaría con semejante afirmación?

 

 

Elizabeth: Por las noches el viento aúlla en las montañas. Aquí no hay nadie. Ningún entrometido descubrirá mi secreto.

Si continuamos leyendo al pie de la letra, Frankenstein tiene un secreto que es más importante que su novia Elizabeth. Un secreto por el que se tiene que ocultar de entrometidos.

       
   
       

Y la misma  Elizabeth lo señala. El día en que se prometieron, Henry ya tenía en mente su experimento: crear vida humana al margen del acto sexual con una mujer.

Elizabeth dice que siempre ha confiado en Henry, pero ahora le afloran las dudas. ¿Quizás intuye que Henry Frankenstein intenta abandonarla? ¿Deshacerse de ella?

 
       
 
       
 
       

En cualquier caso, cuando localizan la atalaya donde Frankenstein hace sus experimentos, Elizabeth se presenta junto con Victor y el Doctor Waldman.

Henry le pide a Elizabeth que se marche porque según él podría estropearlo todo.

Se diría que la mera presencia de Elizabeth amenaza con arruinar su proyecto, como si todo fuese un sueño que pudiera terminar con su aparición.

Y la relación con los sueños no es gratuita. En realidad es como si una pesadilla se estuviese cumpliendo en la realidad para Henry Frankenstein. De ahí que Elizabeth diga que Henry está enfermo.

Y que Victor lo diga con una claridad aún mayor: que Frankenstein está  loco.

Cuando Victor y Elizabeth le dicen al padre de Henry Frankenstein que éste está en una atalaya para hacer experimentos científicos no les cree. Lo que piensa es que hay otra mujer con la que está engañando a Elizabeth.

 
 
       
 
       

Lo paradójico es que en el film sucede lo contrario: Frankenstein ha creado una nueva vida al margen de cualquier mujer.

Y que esta es una idea que late en el film, se confirma en la escena del brindis que se celebra justo antes de la boda.

 
       
 
       

Desde el comienzo de la escena se presentan las flores como símbolo de lo femenino. Más adelante relacionaremos las flores de la boda con las flores con las que juega Maria junto a un lago, una niña con la que se encontrará el Monstruo.

       
   
       

El símbolo de la flor está íntimamente ligado a la novia y su sexo. Las flores serían entonces el símbolo de la madurez sexual de lo femenino. El símbolo sexual de la mujer.

Y después de la boda los novios se entregarán al acto sexual y quizás como fruto de ese acto engendrarán a un hijo. Ese es el sentido del brindis que viene a continuación.

 
       
   
       
Henry Frankenstein muestra una risa contenida, medio avergonzada por la situación. El contexto de esa risa está relacionado con el Monstruo, con esa nueva vida para cuya creación no fue necesario un encuentro sexual con lo femenino.

A la escena del brindis le sigue la escena del encuentro del Monstruo con la niña en el lago. A continuación analizaremos esta escena ya que más adelante estableceremos una relación entre esta niña y Elizabeth.

 

 
 
Aquí las flores juegan de nuevo un papel esencial. Pero si en la escena del brindis simbolizaban la madurez del sexo femenino en esta escena simbolizan la inocencia infantil.

María: ¿Quién eres? Yo soy Maria.

       
 
       
María le pregunta al Monstruo su nombre. El primer plano al rostro del Monstruo expresa su vacío radical, la ausencia de cualquier Donación Simbólica, incluso de lenguaje. Empezando por lo más elemental: el nombre. Y aprovechamos para apuntar algo que ya sabemos y es que la gran mayoría de los nombres simbolizan algo. Es la primera donación simbólica que, como hijos, recibimos. Ese primer plano del Monstruo expresa el drama de ese vacío.  
       
 
       
 
       
Si antes veíamos la expresión del vacío radical del Monstruo, ahora vemos una donación de la niña hacia el Monstruo con las flores. Pero como hemos señalado, la experiencia del Monstruo es en estado bruto. Y el simple juego de hacer barquitos con las flores frente al lago puede ser letal.
       
 

 

     

Al Monstruo se le terminan las flores, y literalmente, es el vacío lo que desencadena el drama: su vacío de lenguaje, de símbolos, de conocimiento... El Monstruo piensa que la niña flotará como las flores y la lanza al lago.

       
 
       
   
       

La niña cae al agua y desaparece en el fondo. Más adelante sabremos que la niña se ha ahogado. El monstruo sólo puede emitir alaridos frente a esta horrorosa experiencia.

No muy lejos de aquí se celebran los preparativos de la boda de Henry y Elizabeth. Elizabeth necesita hablar con Henry y sale a su encuentro. Después se meten en la habitación de Elizabeth para hablar.

       
   
       

Elizabeth intuye que algo les va a separar.

   
       
   

 

     
Elizabeth: Ojala pudiera quitármelo de la cabeza. Me moriría si te perdiera Henry.
Henry: ¿Perderme? Siempre estaré contigo.
Elizabeth: ¿De verdad, Henry? ¿Estás seguro?

 

Y en  la última pregunta de Elizabeth a Henry, respecto a si es sincero y si está seguro de que siempre estará a su lado, podemos ver en Elizabeth la sospecha de lo que ya hemos planteado: que Henry Frankenstein quiere deshacerse de ella.

 

 
       
   
       

Justo en ese momento Victor entra en la habitación gritando el nombre del Dr. Waldman. Elizabeth se sobresalta. Trata incluso de salir de la habitación pero Henry le dice que debe permanecer ahí y la cierra con llave. A continuación oyen los gritos del Monstruo y empiezan a buscarle en los lugares más alejados de la habitación de Elizabeth.

Primero lo buscan en el desván y más tarde en el sótano...

 ...cuando en realidad los gritos del Monstruo provienen del exterior y se acercan hacia la habitación de Elizabeth.

Jesús González Requena ha señalado que en esta escena Henry Frankenstein encierra a Elizabeth en la habitación para que el Monstruo la aniquile. Y por ello Henry Frankenstein hace algo totalmente irracional: busca al Monstruo en los lugares más alejados de la habitación de Elizabeth, donde ella está encerrada a solas, a merced del Monstruo sin poder escapar ni nadie que la defienda.

El monstruo se acerca a Elizabeth y ella empieza a gritar. El monstruo le contesta con un grito que generalmente suele despertar la risa. Y queremos señalar esto porque el Monstruo será incapaz de hacerle absolutamente nada a Elizabeth. La risa de los espectadores ya señala la absoluta impotencia del Monstruo frente a ella.
El Monstruo escapa por la ventana.
Henry y los demás habitantes de la casa oyen los gritos y entran en la habitación. Ella yace en la cama inconsciente. Cuando despierta, Elizabeth se encuentra en estado de shock.

En otra escena posterior Henry sale de la habitación donde se encuentra Elizabeth recuperándose de la terrible experiencia.

       
 
       
 
       
 
       
Victor: La boda tendrá que aplazarse un día.
Henry: ¿Un día? Lo dudo.
Victor: ¿Qué quieres decir?
   
       
Se diría que Henry no quiere que se llegue a celebrar esa boda de ninguna de las maneras. Y si el Monstruo no ha terminado con ella, sólo le queda un camino: irse en busca del Monstruo para destruirle y dejar a Victor que se haga cargo de Elizabeth.

Henry: La dejo a tu cargo pase lo que pase. ¿Me entiendes? Está a tu cargo.

Si de nuevo leemos al pie de la letra la afirmación de Henry, podemos ver su claro deseo de deshacerse de Elizabeth: pase lo que pase, incluso aunque destruya al monstruo, Victor tendrá que hacerse cargo de Elizabeth.

Para concluir nuestro análisis queremos presentar una última cuestión. Y es una pregunta que se hace de forma incesante una niña, Ana, en El espíritu de la Colmena de Víctor Erice. ¿Por qué la ha matado? ¿Por qué el Monstruo ha matado a la niña? O dicho de una forma más completa ¿Por qué en el film el Monstruo mata a la niña y sin embargo es incapaz de hacerle nada a Elizabeth? 

       

La respuesta la podemos encontrar comparando a los dos personajes: a ambos se les ha relacionado con las flores. A Elizabeth con las flores de una boda que simbolizan la madurez sexual de una mujer, y la niña con las flores como símbolo de la inocencia sexual. Se diría que el Monstruo mata a la niña precisamente por su inocencia, porque es una niña. Pero es incapaz de atacar a Elizabeth porque ella ya no es una niña, es una mujer. Como si Elizabeth por haber alcanzado la madurez sexual, fuese intocable, inaccesible.

Tanto en el monstruo como en Henry Frankenstein, sería posible ver una cierta impotencia frente a lo femenino.

Impotencia que se hará más evidente con el monstruo en La Novia de Frankenstein, donde la novia  del monstruo no solamente le rechaza sino que le amenaza con un grito aterrador. Y es este rechazo lo que impulsa al monstruo a hacer volar la atalaya y con ella a esa imagen grotesca y terrorífica que es su novia.

     
  Bibliografía  
     
 

(1) GONZÁLEZ REQUENA, Jesús: Los Tres Reyes Magos. La eficacia simbólica. Editorial Akal, 2002 Madrid.

 
 

 

 
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