Trama y Fondo
VI Congreso Internacional de Analisis Textual

 

El relato sobre lo norteamericano: estereotipos, caricaturas y alabanzas

     
 

Coral Morera Hernández
Universidad de Valladolid

 
 

 

 
1. Introducción  
     
 

Ningún país está tan presente en el imaginario colectivo como Estados Unidos. El mundo vive la “Obamanía” desde que quien fuera senador de Illinois accediera a presentarse como candidato a la Casa Blanca para convertirse en presidente en enero del 2009, en una de las ceremonias que más atención ha recibido por parte de los medios de comunicación del mundo entero.

Odio, admiración, indignación e interés, se dan cita en el conjunto de sentimientos que Norteamérica despierta. Esto ocurre porque desde la televisión, hasta el cine, pasando por la tecnología, la música y la economía, lo que allí suceda repercute sobre nuestra cotidianidad. Ello parece invitar a que los medios encargados de difundir o crear imagen, adopten actitudes contundentes sobre los que es o no Estados Unidos.

Esta comunicación analiza el discurso periodístico sobre Norteamérica en los diarios nacionales de referencia de los ochenta: La Vanguardia, ABC y El País. El objetivo es identificar el peso de tres actitudes clave en el comportamiento de los medios escritos sobre Estados Unidos: la estereotipación, la caricatura y el ensalzamiento. Para ello nos retrotraemos al período de los ochenta con el propósito de ahondar en la realidad descrita por los diarios, en los argumentos y sesgos recurrentes con los que la actualidad sobre Norteamérica deja de ser una noticia y se convierte en un juicio, una valoración o un relato.

Detrás de este intento de narración, la prensa actúa con gran habilidad para interpretar la realidad norteamericana en función de cómo dicte la corriente del momento. España ha sido durante algunos años, el segundo país más antinorteamericano del mundo después de los países árabes. Nos interesa conocer de qué manera la prensa ha contribuido a moldear la opinión pública, analizando el tratamiento otorgado a sus presidentes, al cuerpo de marines, a la sociedad norteamericana o a su sistema político y electoral.

 
     
2. Objetivos y metodología  
     
 

Procedemos al análisis del vaciado de prensa del período que abarca desde 1979 hasta 1988, de aquellas noticias que tuvieron a Estados Unidos como protagonista. Se incluyen la crisis de los rehenes de 1979, las presidenciales norteamericanas, tres presidentes, Jimmy Carter, Ronald Reagan y George W. Bush y otros temas de interés para el objeto de estudio.

La distancia temporal permite un análisis más objetivo y completo del tema en cuestión. Evita además caer en el terreno de las opiniones, de la apología o de la polémica de otros momentos como los vividos con ocasión de la guerra de Irak en el año 2003 o de la llegada de Barak Obama a la Casa Blanca y poder centrarnos en las actitudes de los tres diarios elegidos durante un período menos mediático.

En primer lugar, delimitamos cuáles son los valores y claves que engloban la realidad sobre Norteamérica, para ello nos hemos servido de los estudios y artículos de expertos en la materia (1).

 
     
3. Claves, virtudes y debilidades de Norteamérica  
     
 

En opinión de Allen, los valores estadounidenses son cinco: antiestatalismo, individualismo, populismo, laissez-faire e igualitarismo (Allen: 2003, 54-57).

Es una nación antiestatalista por la propia concepción del país enlazada con la revuelta contra el régimen colonial británico. Con respecto al segundo aspecto, se refiere el autor a que el individualismo norteamericano, entronca directamente con la herencia de la ética protestante de los Padres Fundadores. Estaríamos ante lo que se ha llamado el mito histórico de la frontera del salvaje Oeste. Estados Unidos nace gracias al esfuerzo de personas de espíritu fuerte e independiente que carecen de gobiernos legítimos. El escenario que se concibe lo forman ciudadanos libres y representantes políticos que son servidores públicos. Algo así como lo que Tocqueville entendió acerca de “una sociedad que se gobierna a sí misma y para sí misma”.

El populismo debe entenderse como la capacidad de autogobierno del pueblo que enlaza con la idea de hombre corriente, del antielitismo norteamericano que aboga por una especie de tradición “meritocrática” que concibe que cualquiera pueda llegar a ser presidente:

 
     
 

«Un sesgo favorable a la condición corriente y ordinaria, que valora lo popular casi como un fin en sí, y constituye una fuente esencial de una parte de la vulgaridad cultural que los no estadounidenses juzgan profundamente desagradable y seductora»(2).

 
     
 

El principio de laissez-faire debe entenderse como la condición de libertad natural con la que se concibe la ciudadanía en Estados Unidos. Y por último, el igualitarismo norteamericano, que según Allen «se refiere más a los principios que a la práctica y pone el acento en mayor medida sobre la igualdad de oportunidades que sobre los resultados (…). El igualitarismo estadounidense, al reconocer el valor intrínseco y la autonomía inherente a cada persona, complementa su individualismo más que rivalizar con él»(3).

Hay un conjunto de aseveraciones contundentes, al menos desde el panorama español, acerca de lo que es o no Estados Unidos. A menudo se trata de ideas erróneas y deformadas más que de descripciones basadas en el conocimiento o en la experiencia. Siguiendo a Manuel Castells(4), la imagen difundida en sus aspectos más negativos hace referencia a la prepotencia de sus líderes, a la gastronomía de la hamburguesa y a la dominación cultural a través de los medios-espectáculo. En sus aspectos más positivos, cabe hablarse de la tradición de su democracia política, de la innovación tecnológica, la creatividad cultural, el dinamismo económico y el concepto de libertad.

La propia cultura de frontera, haría rotundo el concepto de la “ley del más fuerte” con el que se concibe la nación norteamericana. Un país, donde el riesgo y la innovación emprendedora, frutos del espíritu de frontera, se convierten en seña de identidad. Un lugar donde prevalece la cultura de la libertad frente al sometimiento del Estado, o dicho en términos más coloquiales y menos académicos, donde se puede rezar, pensar y hablar sin permiso del Estado.

Se trata de una sociedad audaz, pragmática, profundamente religiosa, multicultural y multiétnica. Una sociedad civil fuerte en la que los partidos son meras máquinas políticas instrumentales concebidas para servir a los ciudadanos. La libertad individual de sus ciudadanos les permite constitucionalmente la posesión de armas, lo que se traduce en que sea uno de los países desarrollados más inseguro y violento.

Es en Estados Unidos donde encuentran la raíz el feminismo, la defensa de los Derechos Humanos, el ecologismo y la antiglobalización. Junto a ellos, demonios como el esclavismo y el racismo que permanecen sin exorcizar.

Hay según Castells algunos factores que confirman la fuerza y debilidad de Estados Unidos (Castells: 2003, 52). Entre los primeros, la capacidad científica y tecnológica, que entronca con la absorción del talento de otros países por parte de las universidades norteamericanas; el poderío militar y la creación de riqueza, tanto por el flujo de migración como por la dimensión del mercado adquirida gracias al capital inversor. Entre los negativos, cabe hablarse de uno de los países desarrollados con mayores desigualdades sociales, una gran desconfianza en la Administración y un país donde su política está dominada por el dinero y por grupos de interés. A pesar de todo, el sueño americano se cumple, incluso para muchos inmigrantes en comparación con lo que dejan en sus países de origen.

En palabras de William Polk (2003: 6-17) hay una combinación de tres factores que resulta determinante a la hora de comprender a los Estados Unidos:

 
     
 

«La capacidad del público estadounidense de recuperar su sentido del equilibrio ha dependido históricamente de tres factores: la disminución de la sensación de amenaza, el compromiso con su credo político fundamental y el acceso –y el uso- de información significativa sobre los hechos».

 
     
 

Prevalecen una serie de elementos historiográficos incoherentes en torno a la realidad norteamericana, sobre todo en las versiones antinorteamericanas, lo que se traduce en que Norteamérica siga apareciendo como «el principal responsable de las injusticias, de la pobreza y los desequilibrios (…) olvidándose de la existencia de naciones capitalistas como Alemania, Japón, Francia, Reino Unido o China» (Seregni: 2007).

 
     
4. El más poderoso, por La Vanguardia  
     
 

Estados Unidos es, según el diario catalán, el país más poderoso de la tierra. En un mundo amenazado por problemas de extrema gravedad, como es el terrorismo, Norteamérica está llamada a actuar en defensa de la cordura y el equilibrio. La norteamericana es además una sociedad conservadora sin que deban incluirse apostillas a favor o en contra.

Las alabanzas hacia el país y sobre todo hacia Ronald Reagan están presentes encontrándose datos para hablar de cierto apasionamiento descriptivo, así se desprende de las informaciones publicadas con ocasión de las elecciones de 1984:

 
     
 

«La mayoría de los casi cien millones de votantes que acudieron ayer en Norteamérica a las urnas decidieron otorgar de nuevo su confianza a un hombre que está en contra del excesivo gasto del Gobierno, que defiende la iniciativa privada, que es un ardiente anticomunista y que ha protagonizado el mayor rearme bélico en tiempos de paz. Las diferencias entre los dos planteamientos que han ofrecido Reagan y Mondale al electorado en todos los temas son fundamentales»(5)

«Para los demócratas, la mejor noticia es que Ronald Reagan ha sido ya reelegido, y que la Constitución no le permite volver a serlo en 1988. Y que sus sucesores no se perfilan por el momento tan formidables como él»(6).

«No hay duda alguna que el triunfo personal de un hombre que empezó su carrera política a los 55 años con un rabioso discurso conservador en defensa de Barry Goldwater, que sería derrotado estrepitosamente por Johnson en 1964, es difícil de igualar»(7).

 
     
 

Reagan es un «ardiente anticomunista», que está a favor de la iniciativa privada, que ha acometido el mayor rearme bélico en tiempos de paz y que está en contra del excesivo gasto del Gobierno, es sin lugar a dudas un hombre «formidable»(8).

 
     
 

«No hay duda alguna que el triunfo personal de un hombre que empezó su carrera política a los 55 años con un rabioso discurso conservador en defensa de Barry Goldwater, que sería derrotado estrepitosamente por Johnson en 1964, es difícil de igualar»(9).

 
     
 

Podemos hablar de cierta vehemencia en torno al objeto de estudio, si bien, no aboga por juicios o prejuicios cuando la actualidad no se perfila tan favorable. La crítica no se acompaña de caricaturas sino de argumentos, así lo hará con ocasión de las elecciones de 1988, la que consideró «una de las pugnas electorales más sucias y de menor nivel intelectual de la posguerra»(10).

 
     
 

«Dukakis se comportó como un sacerdote en vez de como un político y puso la otra mejilla en vez de devolver la bofetada a un Bush que ha hecho una de las campañas más sucias y más negativas en toda la historia política de los Estados Unidos»(11).

«En la campaña más sucia y negativa de la historia de EE.UU., Bush y Dukakis se han enzarzado en discusiones bizantinas sobre la pena de muerte, los pases de fin de semana para los presos, el juramento a la bandera, la contaminación de Boston y la definición de lo que es un liberal. Esos han sido los únicos temas(12).

«Ninguno de los dos candidatos ha suscitado entusiasmos excesivos, son emanaciones de los expertos en comunicación, jefes de agencias publicitarias y de relaciones públicas y televisivas. ¿Podía demostrar Bush que es un presidente de carne y hueso capaz de robar a su rival el fuego sagrado del lema electoral “estoy con vosotros”? »(13).

 
     
5. Un lugar privilegiado, por ABC  
     
 

Estamos ante la primera nación de Occidente, obligada a defender los intereses occidentales incluso a través del uso de la fuerza. Es un país donde la libertad y el progreso son los dos conceptos que capitalizan el estilo de vida norteamericano. Es, en definitiva, un lugar privilegiado, en el que su sociedad está sana, y ello le convierte en un ejemplo político y cultural, patriótico y orgulloso de sus valores y de su grandeza. El sistema político es encomiable y está caracterizado por la solidez constitucional, «un sistema bipartidista decantado y heterogéneo», en torno a dos formaciones políticas de larga permanencia, las dos instituciones políticas más antiguas del mundo en las que predomina una tradición de lealtad(14).

 
     
 

«¿Cómo se explica la permanencia histórica de estas dos formaciones políticas, tan celosas de su tradición? La razón más convincente se encuentra en la flexibilidad de su ideario y en el hecho de que se han convertido en grandes alianzas de partidos locales y estatales, que se unen tan sólo cada cuatro años con ocasión de las presidenciales. Ambas formaciones pujan con igual fuerza por obtener la adhesión de las clases medias del país y contienen en su seno facciones liberales y conservadoras que impiden siempre la radicalización de sus posturas»(15).

 
     
 

Por su parte Ronald Reagan es un gran líder, un gran estadística, un gran político, de extrema coherencia y firmeza. Es el hombre que ha abierto varios frentes y los ha ganado todos: el comunismo, la prensa hostil, un atentado, un cáncer y la Guerra Fría. Es en definitiva aquél hombre que ha conseguido salvaguardar el equilibrio mundial.

Se advierte en ABC cierta envidia sobre lo que es Norteamérica y lo que es Europa, tanto es así, que la inclusión del Viejo Continente en el tratamiento de informaciones sobre EE.UU. se convierte en algo recurrente y hecho desde postulados comparativos. Una comparación para la cual Europa no está a la altura.

 
     
 

«Ello lleva aparejado que Washington presionará a sus aliados europeos para que esta integración tenga no sólo lugar en el campo militar, sino también en el económico. Que influencia tiene un presidente norteamericano –sobre todo si es débil y no muy respetado como éste- entre unos aliados cada vez más díscolos y egoístas está por ver» (16).

 
     
 

Se detecta una tendencia en el diario a defender a Norteamérica de la crítica destructiva de la que es víctima. Una defensa que casi le sobra dada la grandeza del país que le permite salir indemne de las más feroces condenas. Es lícito criticar a EE.UU. por el lugar y la repercusión que tiene sobre el resto del mundo; lo que para el diario es menos aceptable es convertir la crítica a EE.UU. en una especie de práctica saludable que se lleva a cabo desde la arrogancia o la intolerancia. La argumentación aportada es que entrar a analizar la complejidad de las situaciones sería demasiado costoso:

 
     
 

« (...) es lo más fácil del mundo, pues no hay país que muestre sus flaquezas como este. Sobre todo, desde Europa, nos hemos acostumbrado a adoptar una postura de intransigencia ética hacia los norteamericanos, mientras nos dejamos defender por ellos. La realidad del mundo, sin embargo, es bastante más compleja que las normas seleccionadas que solemos invocar en cada caso»(17).

 
     
 

Sobre el presidente norteamericano, Ronald Reagan, sobre sus virtudes y debilidades, el diario no modificó un ápice su discurso:

 
     
 

«En política exterior, Reagan actuó con unos criterios tan simples como en el interior. Para él la “paz se consigue por la fortaleza”. Su teoría es que los rusos respetan sólo la fuerza y lo primero que hay que hacer para entenderse con ellos es ser fuerte. (…) Sus conciudadanos son conscientes de sus flaquezas: que no sabe demasiado, que su inteligencia no es precisamente la de un genio, que sus horas de trabajo son cortas, que usa y abusa de sus recursos de actor»(18).

«Hoy esa imagen de “cow-boy” socarrón y con eterno buen humor es la de un estadista pragmático, intuitivo, con enorme carisma popular y enorme fortaleza política»(19).

 
     
 

Hay una serie de alabanzas hacia la gestión de los republicanos que no parece que ABC quiera ocultar, es más, se desprende cierta ironía laudatoria en torno al tema. Advertimos además cómo se les atribuye el rasgo de pragmatismo, siendo éste uno de los valores con el que los teóricos se han referido al carácter norteamericano.

 
     
 

«Una de las mayores paradojas de la política internacional contemporánea es que los grandes anticomunistas norteamericanos hayan sido los únicos que han llegado a acuerdos con ellos, mientras los a primera vista más próximos han terminado a porrazos. Han sido los republicanos, no los demócratas quienes se entendieron con ese enemigo, (…).

»(…) Los republicanos, son anticomunistas, pero antes que nada son pragmáticos, que es la mayor característica del conservadurismo moderno. Su objetivo no es llegar a la guerra con la Unión Soviética, es detener su expansión en el mundo, y una vez conseguido de una forma u otra, pueden estabilizar las relaciones con ella. Que es lo que hizo Nixon y ha hecho Reagan»(20).

 
     
 

Reagan se marcha como los grandes, para ABC siempre lo fue; no ha habido un cambio de discurso:

 
     
 

«Reagan a estas alturas es el símbolo de la paz y de la prosperidad, de la recuperación del prestigio norteamericano y de la reconstrucción de su defensa, del primer tratado para el desmantelamiento de un tipo de armas nucleares y de la retirada de los rusos de Afganistán. Podría decirse que también lo es de la venta de armas a Irán, de los tejemanejes con los Contras, de los líos de vestidos y horóscopos de su mujer y de los escándalos en el Departamento de Justicia. Pero comparado con los logros, estos fracasos pesan poco»(21).

 
     
6. El País: relatos y caricaturas  
     
 

Estados Unidos es la primera nación del mundo capitalista. Un país donde se valora la familia, la religión y la patria, lo que coincide con los valores señalados por los teóricos estudiados sin embargo en el caso del diario madrileño no se trata de una mera descripción sino de un enjuiciamiento.

La caracterización negativa sobre Norteamérica y sus presidentes están presentes en las informaciones publicadas por El País. La adjetivación desfavorable y recurrente, así como las descalificaciones enunciadas adquieren a veces tonos excesivos y desproporcionados.

Por bloques temáticos encontramos una serie de estereotipos en torno al fondo bélico y a la amenaza que supone Estados Unidos para la paz mundial. Así se referían a la gestión de Jimmy Carter durante la crisis de los rehenes en noviembre de 1979:

 
     
 

«El presidente Carter y sus principales consejeros han lanzado a Estados Unidos a una carrera que, aparentemente, puede conducir a una confrontación militar con Irán. Se trata de una política que, sorprendentemente, encuentra muy pocos apoyos entre los expertos de asuntos exteriores en Washington, (...). La fecha para una acción militar no ha sido establecida todavía, aunque algunos consejeros de Carter han mencionado mediados de mayo. Tampoco se ha especificado en qué consistirían dichas acciones. Pero los niveles de inquietud han aumentado ciertamente.

»Las decisiones políticas están siendo tomadas por los más importantes funcionarios de la Administración, un grupo de hombres atormentados y abrumados por el trabajo que saben que la Administración Carter será probablemente juzgada, no sólo por el electorado, sino también por los libros de historia, en función de cómo manejaron la crisis»(22).

 
     
 

Las informaciones destilan además un fondo de intriga y de aseveraciones contundentes con respecto a lo que ocurrirá con bastante probabilidad. Norteamérica sería así juzgada y sentenciada antes incluso de actuar. Afirman lo que pasará en Irán, lo que ocurrirá con el desarme y lo que hará Ronald Reagan o incluso lo que está haciendo desde la habitación del hospital en la que se haya ingresado. Lo que parece confirmar las opiniones de Seregni (Seregni: 2007, 130) en torno a las primeras argumentaciones antinorteamericanas difundidas en Europa:

 
     
 

«Las naciones democráticas, y antes que ninguna Estados Unidos, eran tanto peligrosas políticamente como corrompidas moralmente, porque, detrás de su “cara de ángel”, de sus actitudes benévolas, escondían “intenciones oscuras” y perseguían sus “negros fines”, como la explotación, el dominio de los pueblos y el continuo enriquecimiento. Igualmente, los presidentes eran criticados y considerados como temibles hipócritas o tontos peligrosos, es decir, los principales actores de la política norteamericana. Los discursos de Wilson y Roosevelt (...) eran juzgados con desdén, como si fueran los sermones de unos predicadores visionarios y un poco estúpidos (...) A algunos se les consideraba (...) desprovistos por naturaleza de la inteligencia (...)».

 
     
 

Estados Unidos es a pesar de todo, el país no más poderoso como estiman La Vanguardia y ABC, sino el más fuerte:

 
     
 

«A la luz de los resultados, Carter ha cometido una gran torpeza. Ha añadido a la imagen de impotencia que mantiene durante cinco meses en el caso de Irán, y a la de abuso de poder, que consiste en meter a sus aliados en las obligaciones de las sanciones, la de una ineficacia imperdonable. Culmina en el desprestigio de lo que sabemos por otras razones que es el país más fuerte del mundo»(23).

 
     
 

La posición de primera potencia del mundo capitalista la ejerce Norteamérica a costa de los países europeos e incluso del Tercer Mundo lo que coincide con lo mantenido por Polk(24) en torno a los males que Estados Unidos, y sólo Estados Unidos, causa sobre el planeta:

 
     
 

«Sería exagerado atribuir a una razón única la impresionante victoria que Ronald Reagan ha obtenido en las elecciones presidenciales. (...) El factor decisivo que ha determinado los resultados del 6 de noviembre ha sido la recuperación económica en EE.UU. (...) Una sensación difusa de prosperidad que influye incluso a sectores aún en condiciones penosas. Sin duda, esa recuperación económica tiene sus costos; pero los pagamos en cierto sentido nosotros, es decir, los ciudadanos de otros países. La economía norteamericana funciona y se desarrolla con un déficit pavoroso, que financiamos en la práctica, en gran medida, los europeos y los países del Tercer Mundo. (...) Reagan ha logrado crear una sensación de que EE.UU. vuelve a ocupar una posición de prestigio y de predominio en el mundo»(25).

 
     
 

Pero esa fuerza debe entenderse en el sentido más negativo del término en cuanto Norteamérica ejerce con respecto al mundo un abuso de poder, tanto es así que las ciudades se convierten en un estado de sitio cuando llega Ronald Reagan(26). Es de hecho el presidente republicano el más criticado y caricaturizado, si bien no el único, como se desprende del tratamiento dado a su antecesor, ni el que reciben su mujer, su secretario de Estado, los marines o los propios norteamericanos.

El diario considera que la Administración Reagan está actuando como si defendiera un imperio, y el propio republicano es comparado con “Rambo” o incluso parangonado con Hitler, quien desde la arrogancia y la imprudencia acomete acciones que ponen en peligro la paz mundial. Una paz que para La Vanguardia no existe en lo que fue el final de la Guerra Fría, pero que para El País está comprometida por culpa de Norteamérica o de sus presidentes: «La secuencia sangrienta del golpe de Estado demuestra que el radicalismo es frecuentemente el peor enemigo de las revoluciones, sobre todo cuando éstas crecen en los aledaños del imperio»(27). Veamos algunos ejemplos:

 
     
 

«Entre los muchos peligros añadidos que la acción americana encierra está el de que arroje arrogancia sobre arrogancia en la ya abultada prosopopeya bélica del presidente Reagan. (...) bombardear Libia primero, invadir Nicaragua después y sabe Dios qué otra odisea a lo Rambo más tarde. Por eso mismo Europa Occidental no puede callar esta vez sin serio peligro de convertirse ella misma en cómplice involuntario de esta política suicida. Reagan nos ha traído la guerra a las puertas de casa»(28).

«Los sucesos de Granada ponen de manifiesto que la Administración Reagan no vacilará en usar el gran garrote para erradicar en su hinterland cualquier experimento que pretenda escapar de su órbita. El jefe de la Casa Blanca recordó hace meses, en una sorprendente cita histórica, que incluso Hitler había reconocido que el Caribe era el Mare Nostrum de Estados Unidos»(29).

 
     
 

Adquiere más tintes de relato caricaturizado lo relacionado con temas menos ácidos y no siempre relacionados con temas tan polémicos como la política norteamericana en Norteamérica. Nos referimos a la cobertura sobre las elecciones presidenciales, sobre el cuerpo de marines, el desastre nuclear de Harrisburg o algunas cumbres. En esos momentos fueron noticiosos y sacados de contexto aspectos como que Jimmy Carter se desplazara en helicóptero(30), que Nancy Reagan se cayera de la cama en un hotel, que el secretario de Estado, George Shultz, se alojara en una suite con motivo de una cumbre o incluso que Ronald Reagan contemplara la ceremonia de inauguración de las olimpiadas de Los Angeles en 1984, desde un palco con medidas de seguridad. Sirvan los siguientes ejemplos como muestra:

 
     
 

«La única noticia negativa para Ronald Reagan en toda la campaña llegó cuando los norteamericanos llevaban varias horas votando para elegir a su presidente. La primera dama, Nancy Reagan, se cayó de una cama de su hotel de Sacramento, capital de California, cuando a las tres de la madrugada del pasado domingo se levantó para coger otra manta porque tenía frío. Sólo sufrió un chichón, anunció la Casa Blanca a mediodía de ayer, al dar cuenta de este singular traspiés. Tras la caída de la cama de la primera dama, la televisión ofreció anoche al país una imagen dramática. Nancy Reagan, vestida con traje de chaqueta verde, descendió pálida y tambaleante del helicóptero que la traía a Los Ángeles, procedente de Solvang, un pueblo de 2.125 habitantes donde había votado junto con el presidente. La esposa de Reagan estuvo a punto de perder el equilibrio y tuvo que ser ayudada por funcionarios de la Casa Blanca»(31).

«Hasta que George Shultz bajó a la sala de prensa (se hospedó en una suite del mismo hotel, cuatro pisos más arriba), nadie tuvo la menor indicación de lo que estaba sucediendo»(32).

«La ceremonia resultó una muestra del más puro y genuino folklore norteamericano. (...) Reagan, asistía al acto en un palco cerrado, rodeado de grandes medidas de seguridad»(33).

 
     
 

Sin abandonar al presidente republicano, debemos referirnos a las constantes descalificaciones encontradas en los textos que no se refieren a una crítica de su gestión, sino a desautorizaciones sobre su persona, su nivel cultural o su edad: «El anciano, amable y sonriente presidente norteamericano, ex actor de Hollywood»(34).

 
     
 

«Fuentes norteamericanas filtraron que el presidente, que ha sido preparado intensamente para la cumbre con un guión, no le contó a Gorbachov las anécdotas de sus tiempos de Hollywood o las sacadas de sus lecturas del Reader's Digest, con las que suele explicar en términos muy simples la realidad del mundo»(35).

«Es posible, aunque difícil de creer, que Ronald Reagan, cuya revista de cabecera es el Reader's Digest y que abre los periódicos por los comics, se haya leído, “de cabo a rabo”, como afirma, la obra Perestroika, de Mijail Gorbachov. Pero no es seguro que la haya entendido. Le ha podido ocurrir como con sus lecturas de estudiante, en la oscura universidad de Eureka, en Illinois, de los clásicos del marxismo, que, una vez más, acaba, de confundir. Pero esta vez ante 200 millones de telespectadores de la URSS y del imperio del Este. Éste es un ejemplo más del problema que la mente impresionista de Reagan -que registra sólo imágenes, anécdotas- tiene para asimilar ideas y reproducirlas. Dicho esto, hay también que reconocer que a pesar de su inferioridad intelectual -que no aguanta comparación con Gorbachov- al 40º presidente de Estados Unidos le salva su tremendo instinto político. Este instinto ha sido capaz de comprender que había que dar un giro a las relaciones entre las dos superpotencias. (…) Reagan, que ofreció ayer a los telespectadores soviéticos una entrevista confusa y deshilvanada que ha contrastado vivamente con las sólidas declaraciones de Gorbachov a The Washington Post (...)»(36).

 
     
 

Aunque las citas tienen tres años de diferencia, las consignas son repetidas y vuelven a ser incluidas con ocasión del cáncer sufrido por el norteamericano cuando se vuelve a sentenciar que el presidente lee cómics mientras permanece ingresado(37).

Con respecto al simplismo de la naturaleza de los norteamericanos y a la incultura de su pueblo, son incluidos algunos aspectos de caracterización negativa y que difiere de lo sostenido por los teóricos respecto a la sociedad norteamericana.

 
     
 

«Un enviado del diario Washington Post a Granada tuvo que aclarar las dudas de un soldado norteamericano recién llegado a la isla, que desconocía si el Ejército granadino estaba a favor o en contra de EE.UU. o si los nativos hablaban inglés»(38).

«Sería exagerado atribuir a una razón única la impresionante victoria que Ronald Reagan ha obtenido en las elecciones presidenciales. (...) El factor decisivo que ha determinado los resultados del 6 de noviembre ha sido la recuperación económica en EE.UU. (...) Una sensación difusa de prosperidad que influye incluso a sectores aún en condiciones penosas. Sin duda, esa recuperación económica tiene sus costos; pero los pagamos en cierto sentido nosotros, es decir, los ciudadanos de otros países. La economía norteamericana funciona y se desarrolla con un déficit pavoroso, que financiamos en la práctica, en gran medida, los europeos y los países del Tercer Mundo. (...) Reagan ha logrado crear una sensación de que EE.UU. vuelve a ocupar una posición de prestigio y de predominio en el mundo»(39).

 
     
 

Si cobra fuerza el relato de juicio o prejuicio con respecto a lo norteamericano, baste  leer el siguiente extracto publicado con ocasión de la visita del presidente Adolfo Suárez a la Casa Blanca, para advertirse un complejo de superioridad o rencor notables:

 
     
 

«Es una constante del género “los españoles vistos por sí mismos” una cierta propensión al masoquismo nacional, sobrecompensado desde los sectores apologéticos con insensatos triunfalismos. El viaje del presidente del Gobierno a Washington ha dado ya ocasión, y seguirá proporcionando pretextos en los próximos días, para el despliegue de esos dos contrapuestos talantes, que gozan alternativamente con la mortificación colectiva o con la vanagloria desenfrenada. Por esa razón seguramente esté condenada a la impopularidad cualquier opinión que, a la vez, subraye la importancia de la entrevista entre el presidente del Gobierno constitucional español y el presidente de Estados Unidos y corrija las eventuales inflaciones del viaje de Suárez. Para expresarlo con dos ejemplos: no resulta fácil imaginar retrospectivamente al almirante Carrero o a Arias Navarro realizando un desplazamiento semejante, ni a los italianos, belgas o suecos, para no hablar de los franceses, ingleses o alemanes, fortaleciendo su ego nacional porque el presidente de su Gobierno cruce el Atlántico»(40).

 
     
7. Conclusiones  
     
 

La Vanguardia celebra la espontaneidad del pueblo norteamericano, se alegra de sus triunfos en materia espacial, de ahí la abundancia de portadas al respecto, y exige que sea Estados Unidos quien asuma la responsabilidad de contribuir al equilibrio mundial no solamente porque puede sino porque debe hacerlo. Es el país más poderoso del mundo. Encontraríamos en el diario catalán el tratamiento más aséptico de los tres diarios estudiados.

En ABC encontramos un tono positivo y de alabanza en torno a las informaciones y al tratamiento ofrecido hacia Norteamérica, si bien, se critica sobre la manera de ser de los estadounidenses o acerca de la mala gestión de sus presidentes, pero recurriendo a argumentos. Todo parece indicar que es el diario que por comparativa más se acerca a la imagen descrita del país, según los teóricos, en sus versiones negativas y positivas. Pero la vehemencia informativa le hace adoptar un tono quizá demasiado laudatorio.

Es el defensor de los ataques simplistas y monótonos que recibe la nación norteamericana y sus presidentes. Estados Unidos es aquella nación a la que Europa debe acercarse pero a la que sin embargo no puede compararse.

Norteamérica es el país más fuerte del mundo capitalista y lo es a costa de sacrificar al Tercer Mundo y a Europa. Para El País lo norteamericano adquiere tintes de relato, en un tono negativo y en el que están presentes las acusaciones explícitas e implícitas, las sospechas, las conjeturas, el fondo de intriga y una visión apocalíptica y siniestra del país. Lo que parece confirmar el hecho de que más que noticias, la actualidad norteamericana es una ocasión para emitir un juicio.

 
     
  Notas  
     
 

(1) Cfr. Bibliografía final

(2) Ibidem, p. 55.

(3) Ibid., p. 56.

(4) Catedrático emérito de la Universidad de Berkeley, California.

(5) FOIX, Luis, “Los norteamericanos han votado por una América política, económica ya socialmente conservadora”, La Vanguardia, 07/11/1984, p. 7.

(6) Ibidem

(7) FOIX, Luis, “El gran triunfo de Ronald Reagan ha sido saber representar a la clase media norteamericana”, La Vanguardia, 08/11/1984, p. 7.

(8) FOIX, Luis, “Los norteamericanos han votado por una América política, económica ya socialmente conservadora”, La Vanguardia, 07/11/1984, p. 7.

(9) FOIX, Luis, “El gran triunfo de Ronald Reagan ha sido saber representar a la clase media norteamericana”, La Vanguardia, 08/11/1984, p. 7.

(10) FOIX, Luis, “Bush confía en la victoria, pero el fantasma de Truman y Kennedy planea sobre su cuartel general”, La Vanguardia, 07/11/1988, p. 9.

(11) RAMOS, Rafael, “Dukakis no ha sabido transmitir a los electores una imagen de presidente”, La Vanguardia, 07/11/1988, p. 10.

(12) RAMOS, Rafael, “Una campaña de “sheriff” de condado en la que se esquivaron las grandes cuestiones de Estado”, La Vanguardia, 08/11/1988, p. 10.

(13) LEGUINECHE, Manuel, “George Bush recibe una difícil herencia”, La Vanguardia, 09/11/1988, p. 6.

(14) Cfr. SALVATIERRA, Miguel, “Cuarenta mandatarios han ocupado la más alta magistratura de los EE.UU.”, ABC, 06/11/1984, p. 52-53.

(15) DE ANDRÉS, F., “Un sistema bipartidista decantado y heterogéneo”, ABC, 06/11/1984, p. 54.

(16) CARRASCAL, José María, “Washington “apadrinará” la incorporación española a las instituciones occidentales”, ABC, 27/06/1980, p. 5.

(17) “Reagan confirma su tesis de que Castro estaba montando una base militar en Granada”, ABC, 29/10/1983, p. 23.

(18) CARRASCAL, José María, “Más de seis millones de nuevos puestos de trabajo durante el mandato de Reagan”, ABC, 06/11/1984, p. 58.

(19) DORREGO, Juan Fernando, “Vuelven las horas de esplendor al despacho oval de la Casa Blanca”, ABC, 06/11/1984, p. 59.

(20) CARRASCAL, José María, “Los líderes soviéticos se entienden bien con presidentes anticomunistas”, ABC, 30/05/1988, p. 36.

(21) CARRASCAL, José María, “El final de la era Reagan”, ABC, 08/11/1988, p. 65.

(22) “La escalada bélica de Carter encuentra muy pocos apoyos en Washington”, El País, 26/04/1980, p. 5.

(23) “Operación fracaso”, El País, 26/04/1980, p. 8, (editorial).

(24) Véase nota 8 de Polk.

(25) “La primera responsabilidad de Reagan”, El País, 08/11/1984, p. 14, (editorial).

(26) « (...) y el diputado Karl-Heinz Hansen, que ayer silbó con un pito al presidente norteamericano Ronald Reagan. Bonn parece, desde la llegada de Reagan, una ciudad en estado de sitio. Se calcula que estos días están en funciones hasta 17.000 policías, llegados de los puntos más remotos (...)». COMAS, José, “150.000 personas se manifiestan por la paz en Bonn”, El País, 11/06/1982, p. 6.

(27) CEBERIO, Jesús, “Los ejecutores de Maurice Bishop se lo pusieron en bandeja a la Administración Reagan”, El País, 26/10/1983, p. 4.

(28) BASTERRA, Francisco, G. “Ronald Reagan olvida en la televisión soviética el origen de sus citas de Lenin”, El País, 30/05/1988, p. 3.

(29) CEBERIO, Jesús, “Los ejecutores de Maurice Bishop se lo pusieron en bandeja a la Administración Reagan”, El País, 26/10/1983, p. 6.

(30) “Se aleja el peligro de un desastre irreversible”, GONZÁLEZ YUSTE, Juan, El País, 03/04/1979, p. 2.

(31) BASTERRA, F., “La televisión hizo que los votantes de la costa Oeste conocieran el desastre demócrata cuatro horas antes del cierre de sus colegios”, El País, 07/11/1984, p. 2.

(32) GALLEGO-DIAZ, Soledad, “El portavoz de Moscú informó en el centro de prensa de EE.UU.”, El País, 10/01/1985. p. 3.

(33) “Una inauguración genuinamente norteamericana”, El País, 29/07/1984, p. 1.

(34) B. F. G., “Pugna millonada de las cadenas televisivas norteamericanas”, El País, 20/11/1985, p. 6.

(35) BASTERRA, Francisco, G., BONET, Pilar, “Soviéticos y norteamericanos, satisfechos del primer contacto”, El País, 20/11/1985, p. 3.

(36) BASTERRA, Francisco, G. “Ronald Reagan olvida en la televisión soviética el origen de sus citas de Lenin”, El País, 30/05/1988, p. 3.

(37) Cfr. BASTERRA, Francisco G., “Ronald Reagan vuelve a tomar las riendas del poder tras una “espectacular” recuperación posoperatoria”, El País, 15/07/1985, p. 2.

(38) “Cubanos armados organizan la resistencia en la jungla de Granada, según EE.UU.”, El País, 29/10/1983, p. 1.

(39) “La primera responsabilidad de Reagan”, El País, 08/11/1984, p. 14, (editorial).

(40) “No más silencio ante la crisis mundial”, El País, 16/01/1980, p. 8, (editorial).

 
     
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