Trama y Fondo
VI Congreso Internacional de Analisis Textual

 

“RELATOS MARGINALES Y HÉROES FRONTERIZOS: CARNIVÀLE

     
 

Begoña González Cuesta
IE School of Communication. IE University

 
     
 

“Hay que ser más y menos que hombre para llegar a ser hombre de veras”.
Fernando Savater

 
     
  ¿Héroes hoy? Es más, ¿héroes en el relato televisivo?  
     
 

En los inicios del siglo XXI, se siguen reclamando y se siguen construyendo relatos, esa gran forma que tiene el hombre de pensarse y de compartir sus experiencias. Y siguen siendo muy potentes y frecuentados los relatos audiovisuales, en sus muy diversas formas.

En este texto pretendo acercarme al análisis de un relato audiovisual marginal, que aborda situaciones humanas en las fronteras, y que se construye como relato para desarrollar con esas materias una reflexión sobre la vida humana y su posible carácter heroico; la serie de televisión Carnivàle.

El relato de la vida del héroe es uno de los grandes ríos sobre los que se ha ido construyendo a la largo de la historia la narración de las vidas humanas. Pero, actualmente, me pregunto: ¿sigue el hombre contemporáneo interesado en contemplar comportamientos heroicos? Los relatos que se construyen hoy ¿son miradas sobre las acciones heroicas? ¿Tiene sentido preguntarse hoy por el heroísmo? ¿Héroes hoy? Es más, ¿héroes en el relato televisivo?

Para algunos, el siglo recientemente iniciado es el tiempo de lo “post”: una época de cierre, de liquidación de visiones del mundo, de ausencia de ideales... Es la era del posthumanismo, del postcine, del postperiodismo, de la postmodernidad... Algunos sostienen que hemos dado la vuelta a la esquina de la Historia, con mayúsculas, y hemos dejado todo atrás; nos cuentan nuestro pasado y nuestro posible futuro como algo sin fundamento y sin sentido. En este tiempo del vacío y del desencanto parece no haber sitio para el valor.

Y el héroe es el hombre cuando se comporta con valor. “Valor”, una palabra cargada de sentidos, que irán tomando cuerpo en el desarrollo de esta comunicación. Será al hilo de la lectura de la serie Carnivàle donde se irá explicitando qué entendemos por héroe y cómo delimitamos su interpretación. Vamos a asomarnos a algunas dimensiones de la vida humana en las que parece seguir viva la gran aspiración del hombre a ser él mismo que, paradójicamente, es ser más que sí mismo. Quizá ese mundo “post”, ese tiempo que viene después, sea el tiempo en que se ha quedado atrás la deconstrucción o el escepticismo, y se están trazando nuevas vías, se están inventando nuevas formas de construir nuestro valor. Muertos los dioses, el hombre sigue buscando.

En el ámbito de las creaciones audiovisuales, actualmente se están generando obras que buscan encontrar un sentido a la realidad, más allá de construirse como un ejercicio de entretenimiento o de generación de espectáculo. La creación audiovisual es en ellas entendida como una forma de mirar lo real, buscarle un sentido y encarnarlo en la construcción de unas concretas formas audiovisuales. Personalmente, es la imagen-pensamiento la que más me interesa: el audiovisual que piensa en sus formas, cuya poética se apoya en “escribir” obras y al hacerlo pensar y dar a pensar. La creación audiovisual es uno más entre los ámbitos en que se construye y reconstruye la cultura contemporánea. Y lo es en todas sus diversas manifestaciones: desde las propuestas de lectura ensayística de los problemas más complejos del hombre, hasta los productos sencillos pero generados por la gran maquinaria del cine industrial o de la serialidad televisiva. Los estudios culturales nos señalan que unas y otras formas son generadoras de cultura.

Y, aunque para muchos pueda todavía sonar como algo extraño o paradójico, son las series de televisión, los relatos televisivos, una de las fuentes creativas de generación de pensamiento en torno a la vida humana. Sobre el comportamiento heroico -o antiheroico- versan series tan seguidas y valoradas en los últimos tiempos como Lost, The Sopranos, 24, Héroes, etc. Son estos relatos una forma de acercarse a la narración de vidas humanas complejas; una forma entre las múltiples posibles en el universo audiovisual.

En este contexto, el de la reflexión audiovisual sobre el hombre y su acción, se enmarca el análisis que propongo sobre el relato de la vida del héroe contemporáneo en Carnivàle. Estamos en esta obra ante la representación del héroe contemporáneo y sus recorridos por la frontera -frontera espacial y temporal. Especialmente en su descenso a los infiernos, en su caminar por los límites del abismo del sujeto contemporáneo, espacios del dolor, la violencia o el mal.

Y ese héroe contemporáneo parece habitar con frecuencia, en sus manifestaciones más interesantes, los territorios de la frontera. Es un héroe que habita en los márgenes; que él mismo es marginal. Parece que el tiempo actual es un tiempo en el que hay un cierto escepticismo en torno a los valores sobre los que sustentamos nuestras vidas y nuestras sociedades. En la gran cuestión ética que es la articulación de la búsqueda de la buena vida y la realización de uno mismo desde la libertad hoy no hay senderos trazados ni referencias claras de cuál es el camino. Quizá por ello es especialmente apasionante nuestra vida y las representaciones que de ella encontramos en la literatura, el cine, la televisión.

 
     
  Una breve descripción de la serie  
     
 

Carnivàle es una serie de televisión estadounidense, producida por una de las grandes creadoras de este tipo de trabajos en los últimos tiempos: HBO. Se emitió en Estados Unidos en dos temporadas, entre los años 2003 y 2005, siendo su creador y también productor ejecutivo Daniel Knauf. Fue un proyecto largamente incubado, que pasó por grandes dificultades antes y durante su gestación. De hecho, estaba programado como un conjunto de seis temporadas estructuradas en bloques de dos a los que denominarían “libros”, pero se quedó en las dos temporadas que hoy tenemos a nuestra disposición. Las razones fundamentales para su suspensión fueron económicas; no se veía la forma de sacar rentabilidad al esfuerzo invertido ya que se trataba de un trabajo muy caro, de un alto estándar de producción -unos cuatro millones de dólares por episodio, cantidad muy elevada para los presupuestos que se barajaban en esos años. Y esto se nota en los resultados: está muy cuidada en todos los detalles, muy bien realizada, con un gran trabajo en el diseño de producción.

Para algunos espectadores resultó una serie algo lenta y compleja; pero para otros es precisamente ahí donde radica su interés. Se trata de una historia con un importante calado en su temática y en la complejidad de personajes, temas y tramas. Las referencias intertextuales, religiosas y mitológicas están muy presentes. Sin embargo no es necesario tener una gran cultura para comprenderla pues la presencia de ese subtexto no va mucho más allá de dotar a la historia de unas referencias culturales. No se trata de una reescritura en profundidad y autoral de motivos bíblicos o de textos de la cultura clásica. Esas referencias están ahí, pero son tan fácilmente asimilables como aquellas que se han puesto de moda en los últimos tiempos en la reinvención de cierta novela histórica en forma de best seller con un trasfondo esotérico o religioso.

 
     
   
     
 

La historia se desarrolla entre los años 1934 y 1935 en Estados Unidos. Estamos en el llamado Dust Bowl, también conocido como los dirty thirties: una época y un territorio marcados por la devastación y la crisis económica. Se sucedieron en esos años en las planicies estadounidenses una sequía y una serie de tremendas tormentas de arena que causaron importantes daños a la agricultura y al desarrollo de esas zonas. Esos años, los tiempos además de la Gran Depresión, fueron ampliamente reflejados y recreados en las artes: las novelas de John Steinbeck o las fotografías documentales de Dorothea Lange.
En ese contexto histórico y social se sitúa la historia de Carnivàle; una narración que tendrá un desarrollo estructurado sobre dos líneas argumentales que poco a poco van convergiendo, y que pivotan sobre los dos protagonistas:

 
     
   
     
 

Ben Hawkins es un joven granjero al que vemos al inicio de la serie en el momento en que muere su madre, la única persona con quien convivía en Milfay, Oklahoma. En el terrible momento en que la está enterrando en la tierra seca, pasa por allí una caravana de feriantes, un circo llamado Carnivàle, que le acoge en su compañía. Desde el inicio descubrimos que Ben tiene visiones, sueños y pesadillas; Ben también tiene poderes especiales, como la capacidad de curar a las personas, aunque siempre con el coste de causar daño a otros seres para lograrlo.

 
     
   
     
 

Justin Crowe es un reverendo metodista que vive en California con su hermana Iris. También tiene visiones proféticas como Ben y posee poderes como la capacidad de que los demás se sometan a su voluntad. A través de estas capacidades, de su vida y su trabajo cree estar cumpliendo la voluntad de su Dios. Una voluntad que se encaminará a la construcción de una comunidad de seguidores, apoyado en su empeño por su fiel hermana. Los caminos de Ben y Justin irán lentamente aproximándose.

 
     
   
     
 

Son estos los personajes principales; pero están acompañados de todo un mundo complejo y con valor en sí mismo que, como es habitual en la estructura de las series televisivas, irá trazando otras líneas argumentales e irán haciendo más compleja la construcción de sentido de esta historia.

En este contexto y con estos mimbres se teje una historia muy bien contada, aunque, en mi opinión, algo acelerada y excesivamente mitologizada al final. Se trata, en definitiva, de un relato sobre la batalla entre el bien y el mal y sobre la lucha entre la libertad y el destino. La lucha de nuestro héroe Ben Hawkins es una compleja batalla en la frontera. En este personaje se encarna con especial fuerza y con una dimensión sobrenatural el conflicto entre el bien y el mal. Pero no son ajenos a esa lucha heroica muchos otros personajes: Samson, Jonesy, y tantos de los habitantes de ese circo. Uno de los puntos fuertes de esta serie es la gran riqueza, originalidad y complejidad del elenco de personajes que acompañan al protagonista. Después de haber visto la historia completa, es difícil olvidar el complejo mundo que se ha creado.

Y todo ello en un equilibrio entre elementos o formas difíciles de conjugar pero que aquí están muy bien dosificadas con lo que se dota a la serie de un tono, un ambiente muy peculiar y subyugante. Se conjuga la visión realista de la época, la mostración de las bajezas humanas con grandísima crudeza y realismo, las historias de amor y de celos, la búsqueda de la supervivencia, el peso del pasado en la vida de los hombres, los conflictos interiores de los personajes y los externos entre ellos, la metaforización de la trama y la temática en un marco con resonancias simbólicas o alegóricas.

 
     
  Principio y fin: relato fundacional y relato apocalíptico  
     
 

Estamos en Carnivàle ante un relato que cruza también dos polos temporales esenciales: es tanto un relato fundacional como un relato apocalíptico. Principio y fin son los polos que atraen la narración y la anclan a unas dimensiones semánticas poderosas. Que estén presentes esas dimensiones fundacional y apocalíptica imprime a la historia y a los personajes una gran profundidad y dota a sus acciones de una repercusión superior.

 
     
   
     
 

La narración comienza con la muerte de la madre y el necesario abandono del hogar por parte de Ben. Muerte y viaje abren pues el relato. Y le seguirán la averiguación sobre los orígenes: su madre. El valor, el comportamiento heroico del protagonista, se funda sobre su identidad: conociendo quién es, cumplirá su destino. La gran pregunta ante la que se enfrenta Ben, que no es una cuestión teórica y que por tanto habrá de ser respondida con la vida, la gran pregunta es ¿quién soy? Y su identidad se funda sobre su pasado y también sobre su acción.

Tras un trayecto de crecimiento y de autoconocimiento, Ben se irá enfrentando al otro polo de la historia: al apocalipsis apuntado en su lucha con los poderes del mal, encarnados de forma compleja por el reverendo Justin Crowe y su hermana Iris, por Henry Scudder, etc.

Siguiendo los esquemas estructurales tan frecuentados, la serie se desarrolla en el transcurso de un viaje: el trayecto itinerante de la caravana de feriantes a la que se une Ben y que acabará cruzándose en espacio y tiempo con Justin Crowe, el otro polo de la historia. Un camino que conducirá a la confrontación con una realidad y unos poderes que se encuentran más allá de lo natural.

 
     
  El héroe y la ética: ética personal  
     
 

La lucha entre el bien y el mal, la libertad y el destino, tendrá una dimensión personal -el hombre y el cumplimiento de su destino- y una dimensión colectiva -la construcción de la sociedad e incluso de “América” como destino. Dos dimensiones que se encuentran íntimamente vinculadas.

Comenzaremos por considerar el aspecto personal de la ética en Carnivàle: la lucha del sujeto con su destino.

Cada personaje, especialmente los principales, busca conocer quién es, su conflicto es en gran medida interior. Pero existen también otras referencias morales que son importantes a la hora de enmarcar el comportamiento ético de unos y otros, del mundo de los feriantes y del mundo de los religiosos. Entre los componentes del circo se han dado a sí mismos unas leyes, un código con el que regir la vida en común. En algún momento señalan que si lo rompen, no les queda nada. En el caso de los hermanos Crowe el lema señalado por Iris es “A Dios rogando y con el mazo dando”; por tanto, la necesidad de conjugar fe y acción.

Es especialmente emblemático el conflicto ético interior en los casos de Ben y de Justin. Uno y otro tienen un destino y luchan para cumplirlo o se debaten sobre si realmente deben seguir lo que éste parece depararles. Ben con su capacidad para curar, con su inseguridad que le lleva a encerrarse en sí mismo, y con su negativa a aceptar que puede tener una misión en la vida más allá de las comunes capacidades humanas. Justin con su debate sobre sus poderes, su oscuro episodio en la infancia relacionado con la muerte, y su gran empeño en crear una iglesia para los pobres y los marginados. Y hacerlo a costa de lo que sea.

 
     
   
     
 

La consecución del bien no es tan sencilla. Como dice en un momento Lodz, el mentalista, “en mi experiencia, la oscuridad precede a las luces más brillantes”. En los títulos de crédito con que se inicia cada episodio se representa el sol y la luna, el bien y el mal. Y en la mayor parte de la historia, los personajes están sumergidos en la oscuridad y en la confusión: sobre quiénes son, sobre su destino, sobre su origen, sobre qué han de hacer. El cruce entre destino y libertad es complejo. Por ejemplo, en el caso de Ben no se sabe si la capacidad para curar es recibida como un don o como una maldición. Pero en sueños se le muestra que, a pesar de lo complicada que se tornará su vida, no puede escapar de lo que él es. Ahí entronca ese carácter necesario de lo heroico tal como se manifiesta en esta obra; un carácter necesario, pero que habrá de ser asumido desde la libertad. Y Ben lo hará.

La búsqueda de la felicidad y la libertad: esos son los dos grandes conceptos sobre los que pivota toda la reflexión ética y, por supuesto, todo su ejercicio a lo largo de la Historia o de nuestra historia. Se podría encarnar en la obra de dos grandes filósofos esos dos grandes conceptos que sustentan la búsqueda ética: la eudaimonía o búsqueda de la felicidad de Aristóteles y la libertad como imperativo categórico en Kant.
En lo relativo a la vinculación entre estas cuestiones y su construcción narrativa, parece obligada la referencia a Aristóteles. Éste planteó en su ética que las virtudes no pueden ser aprendidas ni definidas en abstracto, sino imitadas en la conducta del hombre excelente. Así pues, por medio de los relatos encarnados por héroes, sus ejemplos inspiran nuestra acción. Es más, el héroe no sólo actúa bien, sino que pone de manifiesto por qué está bien hacerlo.

Desde esta perspectiva, lo esencial no es la virtud en sí misma, por ejemplo, la magnanimidad. La magnanimidad es lo que practica el hombre magnánimo: el adjetivo precede al sustantivo y lo hace posible. Así pues, “el atractivo de la virtud viene de la seducción práctica del héroe que la encarna (y del que quizá no sea posible separarla sin pervertirla y volverla mezquina) y no de una norma convencional establecida socialmente por razones utilitarias” (1)

Y, por el contrario, en la medida en que el héroe no es malo, el mal no va con él. El héroe quiere permanecer en el ser, y es por ello por lo que evita el mal. Rechazando lo que no sería su comportamiento, pone de manifiesto dónde está el mal. En la medida en que el héroe se comporta noblemente y no rechaza ser quien es, se aleja del mal y se acerca al bien. Será por tanto en esa confluencia entre búsqueda de la identidad, cumplimiento de un destino y toma de decisiones libres donde nuestro protagonista Ben se juegue su vida como héroe.

En una breve referencia al acercamiento a estas cuestiones realizado por el filósofo Eugenio Trías, apunto una cuestión esencial que está en la base de todo lo planteado sobre el relato y el heroísmo en esta serie. La filosofia de Trías se construye sobre el concepto de ‘límite” y el carácter marginal o fronterizo de la vida humana  lo que mejor la define.  Es, pues, el carácter intermedio, limítrofe o fronterizo, el lugar en que debería construirse el hombre. El hombre, atendiendo a su naturaleza fronteriza, no puede quedarse parado y no actuar: en su interior habita la voz que le conmina a dar más de sí. Pero no nos engañemos, nada ni nadie marca cuál es la dirección de nuestro destino. En el cruce entre destino y libertad nos la jugamos. Hemos de actuar, sí; y no está cerrado cómo hemos de hacerlo. Ésta es la gran disyuntiva que se le presenta al personaje de Ben en la serie. Así pues, nos encontramos en Carnivàle con un relato en cuyo corazón late una de las grandes cuestiones que se le plantean al hombre en su trayecto vital.

Es más, según los planteamientos de Trías, que recogen una gran tradición cultural, todo este complejo universo de la vida humana en su habitar en la frontera encuentra en el relato una de las vías privilegiadas para su manifestación, para su construcción:

“Nuestras vidas son relatos: expresiones lingüísticas ligadas a «formas de vida», para decirlo al modo del segundo Wittgenstein. Y en ese ser sujetos de narración y relato se cifra también nuestra propia dignidad. De esa materia sutil, etérea y burbujeante de los relatos y narraciones que somos (en tanto que seres comunitarios o del común), no es posible derivar ninguna entidad dura y esencialista (como pretenden los meta-relatos nacionalistas). Las comunidades en las estamos y somos son campos de fuerzas en los que los relatos se van cruzando y entrecruzando. La totalidad de aconteceres de éstos: eso es lo que podría llamarse, interpretando libremente el concepto del Tractatus, «nuestro mundo»; o, en general, el mundo” (2)

 
     
  El héroe y la ética: ética colectiva  
     
   
     
 

La ética social también tiene presencia en esta serie. En unos textos de inspiración bíblica que inician cada temporada se apunta una mítica sobre el origen de América y sus cimientos. En ellos se habla de América como un imperio ambicioso, pero en Carnivàle tiene el aspecto de la pobreza, las falsas esperanzas, el polvo, la sangre y la lucha contra la muerte. Desde la gran herida del 29 hasta la fundación del gran imperio que hoy conocemos, desde un mundo empobrecido y sufriente se gesta la gran leyenda americana; una leyenda que entronca de manera problemática y compleja con la vieja Europa.

Así pues, en este contexto, en Carnivàle también está presente la reflexión desde América sobre sus cimientos y sus proyectos. Se nos muestra el debate entre el sueño y la pesadilla americana. Una América que se mira a sí misma: desde hoy mira hacia atrás, hacia los cimientos que sostienen su actual edificio. Y de alguna forma, la posibilidad de tener esta perspectiva ayuda a ver de manera diferente lo que fue el sueño americano, lo que fue su propia construcción como sociedad, lo que fueron sus valores como pueblo, como comunidad con unas creencias, como espacio en que era posible que un individuo se hiciera a sí mismo.

 
     
   
     
 

Asistimos en Carnivàle a la difícil lucha por la vida del americano medio en esos tiempos difíciles, en unos tiempos violentos y duros, tiempos de vicios: gentes que mueren en chabolas en los márgenes de la carretera, un anciano que ofrece para usos sexuales a su hija deficiente, el hombre que abusaba de los niños en la casa china y que se suicidará en imagen con montaje alterno con el reverendo pronunciando su sermón en ese local, los niños muertos en el incendio de la capilla la tortura de embrear y emplumar como venganza, una madre enloquecida que se niega a dejar de amamantar a su bebé muerto en brazos,... Y el sistema permite e incluso fomenta esto: el crimen organizado, los chantajes están a la orden del día. Es la Gran Babilonia, el lugar de los pecadores, los espíritus impuros enardecidos por el odio.

Estamos una vez más ante un relato audiovisual que vuelve a poner en escena la gestación de los Estados Unidos, pero desde una visión mezcla de realismo duro y de alegoría. Como han señalado algunos críticos parece un cruce entre las novelas de Steinbeck o Faulkner y las narraciones de David Lynch o la Biblia. De esta manera cobra carne, hermosa o dolorosamente, la reflexión con referencias trascendentes sobre todo aquello que está implicado en la vida de los hombres.

 
     
   
     
 

De este conglomerado de temas y referencias dan buena muestra los preciosos créditos con los que se abre cada episodio. Mezclando imágenes de animación e imágenes de archivo, se hace referencia a: mitos y símbolos, Miguel Ángel, Doré, Rafael, el Tarot, la Gran Depresión, el KuKuxKlan, el Jazz, etc.  

 
     
  Conclusión  
     
   
     
  Me preguntaba al inicio de este texto sobre la pertinencia de reflexionar sobre el héroe contemporáneo, o yendo más allá, sobre su posible existencia. Y ahora respondo señalando que en la era del vacío y del desencanto, del narcisismo y la banalidad, se siguen creando historias en las que, de forma compleja, se materializa el interés del hombre contemporáneo por el comportamiento heroico, por el valor, por la lucha por el bien. Pues sí; quizá después de todos los “post” sigue viva esa gran aspiración del hombre a ser él mismo que es ser más que sí mismo. Y como un caso concreto, nos podemos acercar a una forma popular de narración, la serie televisiva, y a una obra como Carnivàle para encontrar una interesante encarnación de la reflexión sobre el heroísmo en la creación contemporánea. Un héroe complejo, fronterizo.  
     
  Notas  
     
 

(1) savater, Fernando (1992) p. 168.
(2) trías, Eugenio (2003) pp. 205-206.
Imágenes procedentes de la edición en DVD. Editado en 2004 por HBO.

 
     
  Bibliografía  
     
 

SAVATER, F. (1992). La tarea del héroe. Elementos para una ética trágica. Barcelona. Destino Libro. 1ª ed. 1981.

TRÍAS, E. (1997). El artista y la ciudad. Barcelona. Anagrama. 1ª ed. 1976.

TRÍAS, E. (2000). Los límites del mundo. Barcelona. Destino. 1ª ed. 1985.

TRÍAS, E. (2003). Ética y condición humana. Barcelona. Ediciones Península.

VV.AA. (2004) Carnivàle. Edición de las dos temporadas de la serie en DVD por HBO.

 
     
  logos